Mons. Philippe Christory clausura la 43ª Peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad con una llamada vibrante a la santidad

Mons. Philippe Christory clausura la 43ª Peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad con una llamada vibrante a la santidad

 

La majestuosa catedral de Chartres acogió el lunes la Misa de clausura de la 43ª peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad, que reunió a 19.000 peregrinos tras haber caminado 105 kilómetros desde París en tres días de oración, canto y sacrificio.

Mons. Philippe Christory, obispo de Chartres, pronunció una homilía que resonó como un verdadero manifiesto espiritual: una llamada a amar sin reservas, permanecer en Cristo y renovar el ardor misionero de la fe.

Un mensaje papal que ilumina la peregrinación

Mons. Christory inició su homilía evocando las palabras del Papa con motivo del aniversario de la canonización de tres grandes santos franceses: san Juan Eudes, san Juan María Vianney y santa Teresa de Lisieux. «El Papa nos dice: “Amaron a Jesús sin reservas, de forma sencilla y auténtica. Experimentaron su bondad y ternura en una particular cercanía cotidiana, y dieron testimonio de él con admirable entusiasmo misionero”», citó el obispo. “Todo está dicho”, subrayó, “amor, cercanía y anuncio. Que Jesús sea la fuente, el sentido y la razón de nuestras vidas, como lo fue para estos santos”.

Caminar como ofrenda, la peregrinación como acto de fe

El obispo quiso rendir homenaje al sacrificio de los peregrinos: «Han caminado, sudado, sufrido, dormido poco, gritado, cantado, rezado. Han superado toda comodidad, apoyándose mutuamente, guiados por la aguja de Notre Dame de Chartres». A esta entrega añadió: «Sí, hemos caminado en acción de gracias para agradecerle y acoger la Salvación ofrecida gratuitamente».

Recordó la pasión de Cristo desde su nacimiento en Belén hasta la cruz: «Jesús vivió su pasión desde su nacimiento. Se ofreció como víctima para pagar el precio de la redención de nuestros pecados y salvar a la humanidad». Y concluyó con fuerza: «Por medio de él, todo se da, todo se completa; el misterio de la redención se cumple. No nuestro amor; respondemos a su amor, que siempre es primero».

Después de Chartres, ¿qué? La vida cristiana comienza ahora

Mirando hacia el regreso de los peregrinos a sus hogares, Mons. Christory los invitó a prolongar en su vida diaria lo recibido en el camino: «Deseamos construir una nueva sociedad iluminada por Cristo». Y animó a trabajar por la civilización del amor: «Para construir la paz y no la guerra. Para trabajar por la aceptación y no por el rechazo. Para fomentar el amor, no la indiferencia».

El prelado recordó la promesa de Jesús: «Si me voy, el Paráclito vendrá. Cuando él, el Espíritu de la verdad venga, los guiará a toda la verdad». Y apuntó: «Sobre esta promesa se cimienta nuestra fe».

«Jesús nos pide que permanezcamos en él», afirmó el obispo. «Su palabra es nuestro alimento porque ‘no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’». También alentó a perseverar en la oración cotidiana: «La experiencia demuestra que es más fácil caminar 100 kilómetros en dos días y medio que orar durante un cuarto de hora cada día».

Lanzó así una invitación concreta: «Demos gracias a Jesús por haber tomado sobre sí nuestro pecado ofreciéndole al menos un cuarto de hora diaria».

Una elección de vida: La santidad como vocación

El momento culminante llegó con una interpelación personal a cada peregrino: «¿Eliges la santidad como meta de tu vida?». E insistió: «El amor exige la entrega plena y gozosa de uno mismo. Ha llegado la hora de dar testimonio». Consciente del desafío recordó: «El mundo no escucha a Dios; se escucha a sí mismo». Pero alentó a no temer ante las resistencias pues «forma parte de la transmisión de la fe; es incluso un criterio de su autenticidad».

María estrella del camino

En una conmovedora conclusión Mons. Christory dirigió a los fieles hacia María: «Aquí en Chartres han venido a Nuestra Señora. Confíenle sus penas… sus corazones rotos… sus deseos… sus planes». Aseguró que «María los acompaña en esta peregrinación terrena y su mayor alegría es guiarlos hacia su Hijo».

Mons. Christory finalizó su homilía con una pregunta directa: «¿Qué flecha seguirás ahora? ¿Será la Palabra de Dios tu alimento y tu guía?». Y concluyó con una llamada a la esperanza.

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