Vida Interior
Señor Jesús, aquí estoy delante de Ti, presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Vengo en este Domingo de Ramos, el día en que recordamos Tu entrada triunfal en Jerusalén, a adorarte, a alabarte y a pedirte que entres también hoy en mi vida, en mi corazón.
Señor Jesús, aquí estoy ante Ti, realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te adoro desde lo más profundo de mi ser. Creo firmemente que estás aquí, vivo y verdadero, aunque oculto a mis ojos. Vengo a tus pies en este Lunes Santo, al inicio de la Semana en que celebramos los misterios centrales de nuestra fe: tu Pasión, Muerte y Resurrección.
Señor Jesús, Pan de Vida Eterna, me arrodillo humildemente ante tu Presencia Sacramental. Te adoro con todo mi ser, reconociendo tu majestad divina oculta bajo el velo sencillo del pan. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo sobre todas las cosas. Vengo a tu encuentro en este Miércoles Santo, un día marcado por la sombra de la traición, pero también por la fidelidad de tu amor hasta el final.
Mi amado Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, fuente de toda vida y de todo bien, me postro hoy ante Tu Divina Majestad en este día tan especial en que me concedes la gracia de cumplir un año más de vida en este peregrinar terrenal. Mi corazón rebosa de gratitud y quiero elevar hacia Ti esta humilde oración, no con la elocuencia que mereces, sino con la sinceridad que brota de un hijo que se sabe amado por Ti.
El espíritu salesiano volvió a brillar con fuerza el pasado sábado en la localidad de Arévalo, que se convirtió en epicentro de convivencia, deporte y educación en valores con la celebración del XXXIII Encuentro de Jóvenes Deportistas Salesianos.
La solemnidad del Corpus Christi, que se traduce del latín como “Cuerpo de Cristo”, es una celebración fundamental de la Iglesia católica dedicada a honrar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Esta festividad busca proclamar y fortalecer la fe de los creyentes en el Santísimo Sacramento, ofreciéndole un culto público de adoración.
En el contexto de la espiritualidad católica, el mes de junio se distingue por estar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, una devoción que refleja el amor divino hacia la humanidad y que se ha enraizado en la tradición de la Iglesia a lo largo de los siglos. Esta consagración no es arbitraria, sino que emerge de un desarrollo espiritual, teológico y litúrgico profundamente arraigado en la doctrina eclesiástica.