Contundente reflexión del cardenal Zen: "Dios misericordioso siente un profundo disgusto por las relaciones homosexuales"

Contundente reflexión del cardenal Zen: "Dios misericordioso siente un profundo disgusto por las relaciones homosexuales"

El cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong y una de las voces críticas durante los últimos años del pontificado de Francisco, ha publicado un artículo en su blog personal en el que advierte contra las relaciones homosexuales y expresa su preocupación por lo que considera una desviación del plan de Dios para la humanidad.

En el texto, Zen afirma tajantemente que “el Dios misericordioso siente un profundo disgusto por las relaciones homosexuales porque este pecado se aleja muchísimo de su plan para la humanidad”. Para el valiente purpurado chino, ese plan divino se basa en la unión “de un hombre y una mujer en un amor dedicado y duradero”, con el propósito de que “una nueva vida pueda nacer y crecer en el calor de la familia”.

El cardenal plantea interrogantes sobre el origen de la homosexualidad: “¿De dónde proviene la homosexualidad? ¿Es innata? ¿El resultado de experiencias desafortunadas?”, y señala que la medicina aún no ha ofrecido una respuesta definitiva. No obstante, distingue entre las inclinaciones y los actos: “Las inclinaciones naturales ciertamente no son pecados. Si uno no entiende que la conducta homosexual es pecaminosa, la ignorancia subjetiva impide que sea un pecado objetivo”.

Sin embargo, advierte que no corregir esta ignorancia sería contrario a la caridad cristiana: “Si quienes conocen el bien y el mal objetivamente no ayudan a quienes ignoran a comprender la verdad, entonces definitivamente no es verdadera caridad”. En este sentido, insiste en que “la conducta homosexual no solo destruye el plan de Dios, sino que también perjudica obviamente a la sociedad y es más probable que cause tragedias personales”.

Reitera sus críticas a Fiducia supplicans

Aunque reconoce que la Iglesia “ama y acoge a todos, sin importar su concepción actual”, subraya que “no se les puede permitir permanecer en la ignorancia”. Con gran sabiduría, sostiene que los fieles deben ser ayudados “a fortalecerse mediante la oración y los sacramentos, a vencer la tentación, a recorrer el camino de la castidad y a avanzar hacia la vida eterna”.

Zen también aprovecha el texto para criticar la situación interna de la Iglesia, que describe como “caótica y dividida”, en parte por la declaración Fiducia Supplicans, publicada por el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en 2023, que permitía bendiciones a parejas del mismo sexo en ciertas condiciones. Citando al papa Benedicto XVI, recuerda: “La barca de Pedro está haciendo agua (y el desafío viene de dentro)”.

Pese a la turbulencia, el cardenal concluye con un mensaje de esperanza: “Afortunadamente, nosotros, con nuestra ‘poca fe’, lo hemos despertado, y él ha despertado y nos ha dado un Papa León XIV que puede calmar la tormenta”.

Finalmente, llama a orar por el nuevo Pontífice, sin presionarlo ni difundir confusión: “¡Fortalece tu fe! ¡Aumenta tu esperanza!”.

Comentarios
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Marisol Herrero
2 meses hace
La enseñanza de la Iglesia siempre ha defendido la unión sagrada entre un hombre y una mujer, reflejo del plan divino para la vida y la familia. La misericordia no excluye la corrección fraterna y la fidelidad a la verdad revelada.
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Remedios Alonso
2 meses hace
El enfoque del cardenal Zen refleja una visión tradicional que insiste en la complementariedad hombre-mujer como plan divino, pero ignora los avances en la comprensión de la dignidad y derechos humanos. La Iglesia debe acompañar con misericordia, no condena.
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Isabella Iglesias
3 meses hace
La enseñanza de la Iglesia siempre ha señalado que el pecado no define la dignidad humana. La misericordia y la verdad deben ir juntas, sin condenar al que sufre, pero llamando a la conversión y a vivir en la gracia de Dios.
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Laura Becerra
3 meses hace
Las palabras del cardenal Zen reflejan una visión tradicional que ignora la realidad y los derechos de las personas homosexuales. La Iglesia debe ser más inclusiva y menos juzgadora, promoviendo amor y respeto.
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