El líder de los Obispos alemanes no es partidario de dar la batalla cultural en defensa de la vida para no beneficiar a Alternativa por Alemania

El líder de los Obispos alemanes no es partidario de dar la batalla cultural en defensa de la vida para no beneficiar a Alternativa por Alemania

En una entrevista concedida al periódico Augsburger Allgemeine, el presidente de la conferencia episcopal Alemana, el obispo Georg Bätzing, volvió a decepcionar a quienes esperan de sus pastores una defensa firme e inequívoca del derecho a la vida desde la concepción.

Lejos de reafirmar con contundencia el carácter inviolable de la vida humana no nacida, Bätzing optó por una postura ambigua, marcada por concesiones retóricas y guiños conciliadores al relativismo dominante en el debate público.

Una defensa de mínimos

Aunque comenzó recordando que “la postura de la iglesia católica sobre el aborto es muy clara”, el obispo Bätzing pronto se deslizó hacia una narrativa de equilibrios políticos, apelando a la necesidad de “mantener la situación pacífica” alcanzada en los años 90 respecto al artículo 218 del Código Penal. Es decir, prefirió preservar un consenso político antes que cuestionar un statu quo que permite la práctica legal del aborto bajo ciertas condiciones.

En lugar de denunciar con claridad el drama del aborto como un mal moral intrínseco e inaceptable, el obispo insistió en que “las mujeres que deciden abortar en las condiciones estipuladas por la ley no son criminalizadas”, y que lo importante es “una decisión libre, pero con apoyo terapéutico”. Palabras que pueden entenderse como una aceptación implícita del sistema actual, donde la vida del no nacido queda a merced de decisiones personales, aun cuando —como él mismo admite— “este ser humano no nacido tiene derecho a la vida”.

Críticas a los obispos más valientes

En un momento especialmente revelador, Bätzing reprochó la firmeza de otros obispos alemanes —como Stefan Oster, Rudolf Voderholzer o Herwig Gössl— quienes sí denunciaron con claridad la designación fallida de Frauke Brosius-Gersdorf como jueza constitucional por su postura abortista. Para Bätzing, hablar de “ataques radicales a la constitución” o de “escándalo político” es contribuir a una “guerra cultural” que, según él, debería evitarse.

Con este razonamiento, no solo se desmarca de la valentía de sus hermanos en el episcopado, sino que sugiere que la defensa profética de la verdad moral es un estorbo más que un deber. Un argumento que parece más propio de un burócrata político que de un pastor de almas.

¿El aborto como tema superado?

En un pasaje inquietante, el obispo se mostró más preocupado por una supuesta polarización social que por la defensa de los no nacidos. Incluso llegó a minimizar el papel de partidos como Alternativa por Alemania —que según Bätzing instrumentalizan la causa provida con fines ideológicos— sin asumir que este vacío lo ha dejado la propia Iglesia al abandonar el espacio público en defensa del más débil.

La entrevista termina con una muestra más de relativismo práctico: Bätzing evita comentar el sufrimiento público de la candidata Brosius-Gersdorf tras su exclusión, pero lamenta que haya sido “perjudicada”. Ni una palabra sobre los millones de niños abortados. Ni una mención a la urgencia de una cultura de la vida.

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