Tras casi medio siglo de servicio en El Vaticano, Francesco Sforza, el discreto fotógrafo oficial de los papas, se retira dejando un legado de imágenes que han documentado la historia reciente de la Iglesia.
El 1 de noviembre, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, Francesco Sforza puso fin a su carrera como fotógrafo oficial del Vaticano, un cargo que desempeñó durante 18 años. Su retiro se realizó con la misma discreción y fidelidad que caracterizaron su trabajo, centrado en capturar la figura del Papa sin buscar protagonismo personal. Aunque era conocido por todos en el entorno del Vaticano, su nombre no trascendió al público general, a pesar de haber acompañado al Papa en todas sus actividades públicas, siempre vestido con un sobrio traje negro.
Francesco Sforza comenzó su labor en el servicio fotográfico del Vaticano en 1977, en un momento histórico marcado por el declive del pontificado de Pablo VI y la turbulenta actualidad política de Italia. Durante tres décadas, trabajó junto al célebre fotógrafo Arturo Mari, conocido por su audacia y su capacidad para desafiar las normas establecidas en el Vaticano. Mari, quien comenzó a fotografiar a Pío XII a los 16 años, vivió un incidente notable al intentar fotografiar al recién elegido Juan XXIII durante el cónclave de 1958, lo que le valió una reprimenda del cardenal camerlingo Eugène Tisserant, aunque posteriormente fue perdonado por el Papa.
En 2007, Sforza asumió el cargo de fotógrafo oficial, cubriendo los últimos años del pontificado de Benedicto XVI, la totalidad del de Francisco y los primeros meses de León XIV. Su enfoque siempre fue el de permanecer en segundo plano, permitiendo que la figura del Papa brillara. Entre sus fotografías más memorables se encuentra la del encuentro entre el Papa Francisco y el Papa emérito Benedicto XVI en Castel Gandolfo, un momento histórico que simbolizó la continuidad y unidad en la Iglesia.
Con una paciencia inquebrantable, Sforza soportó condiciones climáticas adversas y situaciones logísticas complicadas, siempre respetando la figura papal y sabiendo cuándo no debía documentar ciertos momentos. Su habilidad para capturar imágenes significativas sin llamar la atención sobre sí mismo fue una de sus mayores virtudes.
El director editorial de los medios del Vaticano, Andrea Tornielli, destacó en un homenaje la importancia de Sforza para sus colegas y para todos aquellos que lo conocieron durante su larga trayectoria en el Vaticano. Su sucesor, Simone Risoluti, quien fue su asistente, acompañará al Papa León XIV en su primer viaje internacional a Turquía y Líbano a finales de noviembre.
