El prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales se reunió en Minsk con el presidente bielorruso Alexander Lukashenko y criticó las sanciones europeas, sin mencionar la guerra en Ucrania, en un gesto que ha generado malestar en los círculos vaticanos.
El reciente encuentro entre el cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, y el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha causado sorpresa y desconcierto en el Vaticano. La reunión, celebrada en Minsk y ampliamente difundida por la televisión estatal bielorrusa, tuvo lugar coincidiendo con la aprobación por parte de la Unión Europea del decimonoveno paquete de sanciones contra Rusia y Bielorrusia.
Durante su intervención, Gugerotti afirmó que “las sanciones son un problema principalmente para la gente común” y que “no contribuyen ni al diálogo ni al desarrollo”. Estas declaraciones han sido interpretadas como un posicionamiento crítico hacia la política europea de aislamiento, y han contrastado con la línea más firme del Papa León XIV respecto a la guerra en Ucrania, a la que definió como “imperialismo agresor”.
La actitud cordial del cardenal con un dirigente considerado aliado del Kremlin fue recibida como una muestra de disonancia dentro de la diplomacia pontificia. Gugerotti, antiguo nuncio en Ucrania y profundo conocedor de la región, fue además responsable de la colecta “El Papa por Ucrania”, promovida en 2016 por el papa Francisco para asistir a las víctimas del conflicto. Por ello, su encuentro con Lukashenko ha causado desconcierto incluso entre sectores eclesiales próximos al prefecto.
La prensa italiana, entre ella Il Messaggero, subrayó la distancia entre la cordialidad exhibida por el purpurado y el drama humano del conflicto, que ha causado más de un millón de muertos y millones de desplazados entre ucranianos y rusos. La coincidencia temporal con nuevas sanciones europeas añadió mayor peso simbólico al gesto diplomático.
Fuentes del entorno pontificio sostienen que León XIV no comparte la tradicional “realpolitik” vaticana ante regímenes autoritarios, y que prefiere un diálogo fundado en la verdad y la justicia. Paralelamente, un comunicado del Patriarcado ortodoxo bielorruso recordó que cualquier eventual visita papal al país requeriría la aprobación del patriarca Kirill de Moscú, lo que evidencia la dependencia eclesial de Bielorrusia respecto a Rusia.
