El Papa Prevost ha advertido contra las promesas del “transhumanismo” y ha reafirmado que, a la luz de la resurrección de Cristo, “la muerte no se opone a la vida”.
Durante la Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro, celebrada a pesar de las bajas temperaturas del invierno romano, el Papa Prevost criticó las promesas tecnológicas que aspiran a prolongar indefinidamente la existencia humana, como las que propone el “transhumanismo”, y subrayó que la resurrección de Cristo “revela que la muerte no se opone a la vida”. El Santo Padre advirtió que numerosas visiones antropológicas actuales “prometen inmortalidad inmanente y teorizan sobre la prolongación de la vida terrenal mediante la tecnología”, y señaló que ese horizonte es característico del “transhumanismo”, un fenómeno que “se abre camino en el horizonte de los retos de nuestro tiempo”.
Ante estas propuestas, el Papa Prevost invitó a plantearse dos preguntas centrales: “¿Podría la ciencia vencer realmente a la muerte? Pero entonces, ¿podría la misma ciencia garantizarnos que una vida sin muerte es también una vida feliz?”. Frente a dichas visiones, el Santo Padre reflexionó sobre el sentido cristiano de la muerte, que describió como “parte constitutiva de ella como paso a la vida eterna”, y añadió: “La Pascua de Jesús nos hace pregustar, en este tiempo aún lleno de sufrimientos y pruebas, la plenitud de lo que sucederá después de la muerte”. León XIV recordó que, a lo largo de la historia, “muchos pueblos antiguos desarrollaron ritos y costumbres relacionados con el culto a los muertos, para acompañar y recordar a quienes se encaminaban hacia el misterio supremo”, mientras que en el mundo contemporáneo la muerte “parece una especie de tabú” y “algo de lo que hay que hablar en voz baja, para no perturbar nuestra sensibilidad y tranquilidad”.
El Papa Prevost lamentó que esta actitud lleve con frecuencia a “evitar incluso visitar los cementerios, donde descansan aquellos que nos han precedido a la espera de la resurrección”, y evocó las enseñanzas de San Alfonso María de Ligorio, destacando la vigencia de su obra Preparación para la muerte, en la que la muerte aparece como “una gran maestra de vida”, capaz de orientar al creyente hacia lo esencial. Según explicó León XIV, para San Alfonso María de Ligorio es fundamental “saber que la muerte existe y, sobre todo, meditar sobre ella” como camino para aprender a discernir lo verdaderamente decisivo en la existencia, y recordó que, en la espiritualidad alfonsiana, la oración ocupa un lugar central “para comprender lo que es beneficioso de cara al reino de los cielos y dejar ir lo superfluo que nos ata a las cosas efímeras”.
En esta perspectiva, el Papa Prevost afirmó que sólo la resurrección de Cristo “es capaz de iluminar hasta el fondo el misterio de la muerte” y subrayó: “En esta luz, y sólo en ella, se hace realidad lo que nuestro corazón desea y espera: que la muerte no sea el fin, sino el paso hacia la luz plena, hacia una eternidad feliz”. Finalmente, explicó que Cristo resucitado “ha precedido en la gran prueba de la muerte, saliendo victorioso gracias al poder del Amor divino” y concluyó: “Nos ha preparado el lugar del descanso eterno, la casa en la que se nos espera; nos ha dado la plenitud de la vida en la que ya no hay sombras ni contradicciones”.
