Daniel Escobar resalta la Trinidad como fundamento de la vida cristiana

Daniel Escobar resalta la Trinidad como fundamento de la vida cristiana

El delegado Episcopal de Liturgia de Madrid, Daniel Escobar, reflexionó sobre la Trinidad, resaltando su importancia desde el bautismo y su papel en la vida cristiana y las acciones litúrgicas.

El delegado Episcopal de Liturgia de Madrid, Daniel Escobar, ha reflexionado sobre la importancia de la Trinidad en la vida cristiana. En su intervención, destacó cómo desde el bautismo, con las palabras "yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", se inicia el camino cristiano. Este gesto, junto con la Eucaristía, subraya la relevancia de las personas de la Santísima Trinidad en las acciones litúrgicas y en la oración cristiana.

Escobar abordó también la percepción errónea de que la Trinidad es un concepto abstracto y complicado. Según él, esta idea se aleja de la realidad revelada por Dios, quien se ha dado a conocer al hombre a través de su revelación. La búsqueda de Dios no es una tarea ardua, sino un camino accesible para conocerlo y amarlo. La vida eclesial y las Escrituras muestran que Dios es cercano y participa activamente en la historia humana.

En su reflexión, Daniel Escobar enfatizó que conceptos como glorificación, verdad y comunicación son centrales en el Evangelio. Estos no representan una visión estática de Dios, sino un dinamismo profundo que refleja su cercanía con el hombre. La creación del hombre a imagen y semejanza de Dios es un ejemplo claro de esta relación íntima.

El delegado también destacó cómo el relato bíblico revela progresivamente a Dios al hombre. Desde el Génesis hasta los Evangelios, se observa cómo Dios establece un vínculo con su pueblo. Las palabras del Evangelio según San Juan muestran que Jesucristo y el Espíritu Santo son los medios para acceder al Padre. La automanifestación de Jesucristo como Hijo de Dios refuerza esta unidad divina.

Finalmente, Escobar subrayó que tras la misión terrenal de Jesucristo, el Espíritu Santo fue enviado para acompañar al hombre. Esta presencia constante reafirma que Dios nunca se desentiende del ser humano. La concepción correcta de Dios influye profundamente en cómo nos comprendemos a nosotros mismos: somos hijos en el Hijo y recibimos los dones del Espíritu Santo, lo cual nos lleva a entender que nuestra plenitud reside en el amor divino.

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