El Patriarca de Jerusalén alza la voz por Gaza: “Cristo no está ausente. Está allí, crucificado en los heridos”

El Patriarca de Jerusalén alza la voz por Gaza: “Cristo no está ausente. Está allí, crucificado en los heridos”

En un estremecedor testimonio desde el corazón de una de las zonas más devastadas por el conflicto, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, ofreció este martes un discurso de profunda carga espiritual y humanitaria, tras su visita a Gaza junto al Patriarca Teófilos III.

“Regresamos de Gaza con el corazón destrozado”, declaró, “pero también alentados por el testimonio de muchas personas que conocimos”. En su intervención desde el Centro Notre Dame de Jerusalén, el cardenal compartió imágenes impactantes de la realidad cotidiana en la Franja: edificios derruidos, familias refugiadas en tiendas de campaña, y niños que “ya estaban acostumbrados al ruido de los bombardeos”.

“La dignidad del espíritu humano se niega a extinguirse”

A pesar de la devastación, Pizzaballa subrayó que lo más conmovedor de la visita fue el encuentro con una humanidad resiliente: “Conocimos a madres preparando comida para otros, enfermeras curando heridas con delicadeza, y personas de todas las religiones que aún rezaban al Dios que ve y nunca olvida”.

“Cristo no está ausente de Gaza”, proclamó el Patriarca. “Está allí, crucificado en los heridos, sepultado bajo los escombros, pero presente en cada acto de misericordia, en cada vela en la oscuridad, en cada mano tendida a los que sufren”.

una llamada urgente: “La ayuda humanitaria no es una opción, es una cuestión de vida o muerte”

Con firmeza, Pizzaballa denunció las condiciones que enfrentan los habitantes de Gaza: “Cada hora sin comida, agua, medicinas ni refugio causa un daño profundo. Rechazar la ayuda humanitaria no es una demora, es una condena”.

Describió escenas de hombres “resistiendo al sol durante horas con la esperanza de una comida sencilla”, algo que calificó como “una humillación difícil de soportar” y “moralmente inaceptable e injustificable”.

El cardenal expresó su respaldo total a quienes, desde diferentes credos y nacionalidades, se esfuerzan por aliviar el sufrimiento: “Apoyamos la labor de todos los actores humanitarios —locales e internacionales, cristianos y musulmanes, religiosos y laicos— que arriesgan todo para traer vida a este mar de devastación humana”.

Un grito por la paz y la reconciliación

En un tono pastoral, pero también enérgico, el Patriarca lanzó un mensaje a los líderes mundiales: “No puede haber un futuro basado en el cautiverio, el desplazamiento de palestinos ni la venganza. Debe haber una manera de restaurar la vida, la dignidad y toda la humanidad perdida”.

Recordó las palabras del Papa León XIV en el Ángelus del domingo pasado: “Renuevo mi llamamiento a la comunidad internacional para que respete el derecho humanitario y la obligación de proteger a los civiles…”.

Concluyó con un compromiso de esperanza: “No hagamos de la paz un eslogan mientras la guerra siga siendo el pan cotidiano de los pobres. [...] Renovamos nuestro compromiso con una paz justa, con la dignidad incondicional y con un amor que trasciende todas las fronteras”.

Y, citando a San Pablo, cerró su discurso con una nota de fe resistente en medio de la tragedia: “Estamos tristes, pero siempre alegres; como pobres, pero enriquecemos a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo” (2 Corintios 6,10).

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