Monseñor Renzo Pegoraro, nuevo presidente de la Academia Pontificia para la Vida
El Papa León XIV ha designado a Monseñor Renzo Pegoraro, de 65 años y oriundo de Padua, como presidente de la Academia Pontificia para la Vida. Este nombramiento, anunciado hoy, subraya el compromiso del Vaticano con los desafíos éticos que emergen en el ámbito de la bioética y la promoción de la dignidad humana frente a los avances científicos y tecnológicos.
Monseñor Pegoraro ha servido como Canciller de la Academia Pontificia para la Vida desde 2011, destacándose por su profundo conocimiento en los principios éticos y antropológicos que rigen la vida humana. Su trayectoria académica y pastoral lo posiciona como un líder adecuado para dirigir esta entidad en un momento crucial para la bioética mundial.
Ayúdanos a mantener vivo este proyecto: DONACon este nuevo rol, se espera que Monseñor Pegoraro fortalezca tanto la proyección internacional como el rigor doctrinal de la Academia, en un contexto donde se requiere una presencia católica activa y dialogante desde el inicio hasta el fin natural de la vida.
Agradecimiento a Mons. Vincenzo Paglia
El Papa León XIV ha expresado su gratitud a Mons. Vincenzo Paglia, quien lideró la Academia hasta este nombramiento. Durante su gestión, Paglia fomentó el diálogo sobre los retos éticos contemporáneos, facilitando el encuentro entre fe y razón científica bajo los preceptos de la moral eclesiástica.
"La labor de Paglia ha sido fundamental para avanzar en el discernimiento ético sobre cuestiones críticas como la genética, la inteligencia artificial y el cuidado integral del ser humano", afirmó el Pontífice.
Un instrumento eclesial en defensa de la dignidad humana
La Academia Pontificia para la Vida fue establecida por San Juan Pablo II en 1994 mediante el Motu proprio Vitae Mysterium. Su misión esencial es estudiar e impartir formación sobre las problemáticas biomedicinales y jurídicas que afectan a la vida humana.
Con Monseñor Pegoraro al frente, se anticipa que esta institución intensifique su influencia como referente moral y doctrinal ante los avances científicos, perpetuando así su compromiso con el Evangelio de la vida delineado por San Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitae. En una era de rápido desarrollo tecnológico, la Iglesia continúa su misión de esclarecer los dilemas humanos con verdad y caridad.
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