La directora del Highlands El Encinar entona el 'mea culpa' y reconoce que el colegio no actuó correctamente antes de la detención del padre Marcelino

La directora del colegio Highlands El Encinar (nombrada hace tres meses), Marilú Álvarez, ha enviado una carta a familias, docentes y personal del colegio en la que hace balance de la gestión del caso y detalla las medidas correctivas emprendidas.
Esta carta trata de ser una especie de resumen de lo que se ha vivido en el colegio en estos últimos meses desde que salió a la luz en marzo las denuncias por presuntos abusos contra el que era capellán del colegio, el padre Marcelino quien fuera años atrás secretario personal de Marcial Maciel.
Álvarez, que asumió la dirección del centro vinculado al Regnum Christi hace tres meses, subraya que su gestión se ha centrado en tres prioridades: la cercanía a las familias afectadas, la colaboración con las autoridades y la garantía de un entorno seguro para los alumnos. Para ello, su equipo ha desarrollado e implementado un plan de 16 compromisos, presentado el 11 de marzo, que ya ha sido completado.
“Cada compromiso ha sido trabajado por distintos equipos del colegio, con la colaboración de la Junta de Dirección, del equipo de Colegios Regnum Christi, de expertos externos y con la aportación de familias, profesores y personal”, afirma la directora.
Auditoría externa y errores institucionales
Uno de los compromisos clave fue la realización de una auditoría externa centrada en el cumplimiento normativo en materia de protección del menor, especialmente desde los ámbitos del Derecho Penal y del Compliance. Esta auditoría ha permitido detectar fallos importantes y establecer acciones correctivas y pendientes.
Entre las lecciones aprendidas, la directora señala que el retraso en la atención a las familias denunciantes causó un “dolor añadido”. Además, reconoce que, aunque el excapellán no tenía antecedentes ni denuncias previas, no se evaluó adecuadamente el impacto que podía tener su vínculo con Maciel en la confianza de las familias.
También se admite que no se activó el protocolo interno cuando el sacerdote incumplió el código de conducta —al hacer regalos a menores—, y que no se realizaron las acciones correctivas ni el seguimiento necesario.
Reformas estructurales y culturales
La carta destaca varias carencias institucionales previas: ausencia de un responsable del modelo de ambientes seguros, deficiencias en los procesos de selección del personal consagrado, falta de formación para prevenir y detectar riesgos, poca visibilidad de algunos espacios del colegio y una cultura institucional insuficiente en cuanto al registro de incidencias.
Entre las reformas ya implementadas o en proceso, se incluye la conformación de un equipo multidisciplinar para la toma de decisiones en materia de seguridad infantil.
Álvarez concluye su misiva con un mensaje de esperanza y responsabilidad compartida: “Queremos que nuestro colegio sea un lugar donde nuestros alumnos crezcan seguros, respetados y amados. Para lograrlo, cada uno de nosotros es imprescindible”.
Agradeciendo el apoyo recibido en estos meses, anima a la comunidad educativa a retomar el curso en septiembre “con ilusión renovada” y con el propósito de seguir construyendo una institución más segura y transparente.
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