El Obispo de San Feliu carga contra "el discurso del odio" y la criminalización de los inmigrantes

El Obispo de San Feliu carga contra "el discurso del odio" y la criminalización de los inmigrantes

En un contundente escrito publicado tras varios episodios de violencia recientes, el obispo de la diócesis de San Feliu, Xabier Gómez, ha criticado duramente lo que considera una “instrumentalización del dolor y el miedo” para alimentar discursos de odio y división contra las personas inmigrantes.

Tras la quema intencionada de una mezquita en Piera (Barcelona) y el linchamiento de un presunto agresor en Torre Pacheco (Murcia), el obispo de la diócesis de San Feliu, Xabier Gómez, ha hecho público un extenso texto en el que denuncia lo que considera una peligrosa escalada social alimentada por “discursos que siembran división, odio y sospecha hacia personas migradas”.

El obispo lamenta que se esté instrumentalizando “el dolor y el miedo” con fines políticos y sociales, y lanza una seria advertencia: “Vivimos un tiempo preocupante, pero algunos quisieran que la percepción de peligro fuese aún mayor”. Según Gómez, estaríamos asistiendo a una “orquestada y globalizada manipulación político-social que convierte al extranjero pobre en chivo expiatorio, útil para cosechar votos al precio de romper la convivencia”. La práctica totalidad del escrito del obispo Gómez es una crítica al partido político Vox (aunque sin nombrarlos explícitamente) ya que los de Abascal son quienes abanderan las políticas más contundentes contra la inmigración.

“¿Extranjeros sí, pobres no?”

Gómez, que se identifica tanto como obispo como ciudadano, cuestiona abiertamente las narrativas que, según él, promueven una visión excluyente: “¿Cuál es el problema?, ¿extranjeros sí, pobres no?”, se pregunta. En su análisis, señala que “los datos sobre los beneficios económicos y sociales de la migración en España son incuestionables” y acusa a quienes lo niegan de mentir: “Quien lo oculte o lo niegue, sencillamente miente”.

A pesar del tono abiertamente comprometido, su enfoque ha generado cierta controversia por lo que algunos interpretan como una lectura unidimensional del fenómeno. Aunque Gómez reconoce que “ni los actos delictivos de autóctonos o extranjeros ni las respuestas violentas surgen en el vacío” y que “para ambos casos existen las leyes”, rechaza con firmeza cualquier tipo de generalización: “Es profundamente contrario al Evangelio reducir a la persona migrada a un ‘problema’, un ‘peligro’ o un ‘enemigo’”.

Duras críticas al sistema de acogida y al “matonismo”

En uno de los pasajes más críticos del texto, el obispo arremete contra la ineficacia del sistema de acogida, especialmente en relación con los menores no acompañados, cuya situación considera “una herida abierta en nuestra sociedad”. Señala que sin un acompañamiento real y redes de apoyo, “¿no los empujamos a la marginalidad?”, y subraya que solo una atención “integral, personalizada y comunitaria” puede favorecer la integración.

Gómez también introduce elementos personales, afirmando que sufrió bullying durante años y que, por ello, no está dispuesto a ceder “a esa cultura de matonismo verbal o físico en ningún ámbito”. Y añade: “Alentar el matonismo o la imposición del más fuerte, ya sea de palabra, obra u omisión, nunca hace grande una sociedad ni a la persona, sino que la deshumaniza”.

El texto finaliza con una crítica velada a sectores eclesiales que —según el obispo— estarían aceptando estos discursos sin suficiente cuestionamiento: “Lo peor es que estas ideas están arrastrando y empiezan a arraigar entre cristianos”. En este sentido, apela a las palabras de San Juan Pablo II sobre la “cultura de la muerte” y recuerda que “Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une… las ideas pueden enloquecer y las palabras matar”.

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