El Cardenal José Cobo dirigió la celebración en la parroquia de la Santa Cruz, resaltando la importancia de la comunidad y la felicidad cristiana en torno a la cruz de Cristo.
La parroquia de la Santa Cruz, situada en el centro de Madrid, celebró con solemnidad la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, presidida por el arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo. La ceremonia congregó a los fieles, cofradías y hermandades, en un ambiente de fraternidad en torno a la Eucaristía.
Ayúdanos a mantener vivo este proyecto: DONAEl Cardenal Cobo inició la celebración agradeciendo a quienes contribuyen diariamente a que la parroquia sea una verdadera comunidad, reflejo vivo de la Iglesia en el barrio. Destacó que una parroquia no se mide solo por sus celebraciones, sino por ser una comunidad que sostiene, anima y transmite la fe a quienes buscan a Dios.
En su homilía, el arzobispo centró su mensaje en la felicidad que emana de la cruz de Cristo. Explicó que la fiesta de la Exaltación de la Cruz plantea una pregunta fundamental: si realmente somos felices. Subrayó que la alegría cristiana no oculta las dificultades, sino que las afronta con fe. Recordó que la cruz, aunque signo de sufrimiento, es fuente de esperanza. La felicidad cristiana, insistió, no se encuentra en la autosuficiencia, sino en abrirse a Dios y preguntarle qué quiere de nosotros.
El cardenal Cobo también destacó que la cruz nunca se contempla en soledad. Cada uno deposita en ella su vida, encontrándose con lo que otros han puesto. La cruz de Cristo acoge todas las heridas y las une en fraternidad. Así, nos hace comunidad, nos convierte en hermanos y nos enseña que la Iglesia es el lugar donde compartimos alegrías y sufrimientos.
La celebración concluyó con la veneración de la Cruz, signo visible de que en ella se abren las puertas de la vida eterna. El arzobispo animó a los fieles a llevar esa experiencia a sus hogares y vecinos para que la parroquia siga siendo un testimonio vivo de esperanza en la ciudad: «una comunidad que muestra con su vida que, en la cruz de Cristo, el sufrimiento se transforma en amor y la tristeza en verdadera felicidad».
