El Cardenal Burke exalta el amor redentor de Cristo en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

El Cardenal Burke exalta el amor redentor de Cristo en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

El cardenal Raymond Burke ha compartido en sus redes sociales la homilía pronunciada durante la Santa Misa de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Burke ofreció una meditación teológica y espiritual sobre el amor divino manifestado en el Corazón traspasado de Cristo. El purpurado destacó que este Corazón es “signo más hermoso del amor de Dios” y fundamento de la vida cristiana y del sacerdocio.

“Nos amó hasta el extremo”

Citando al profeta Zacarías —“mirarán al que traspasaron”— y al evangelista San Juan, Burke rememoró el momento de la lanzada en el Calvario, fuente de la devoción al Corazón de Cristo. En palabras del beato Ildefonso Schuster, recordó que “Jesús nos amó entonces infinitamente, incluso podríamos atrevernos a decir desesperadamente”, y que “su amor no podía tener fin ni agotamiento en su naturaleza divina”.

La homilía subrayó que la devoción al Sagrado Corazón “no es un sentimiento sentimental”, sino una respuesta viva al amor de Cristo, quien “descenderá al altar para hacernos sacramentalmente presente su Sacrificio en el Calvario”.

El sacerdocio: don del Corazón de Cristo

A pocos días de celebrar el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal, el cardenal Burke definió su vocación como un regalo precioso del Sagrado Corazón: “El sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús”, citando al santo Cura de Ars. “Regocijándome porque Cristo me ha llamado y consagrado para participar en su ministerio sacerdotal para la salvación de las almas, les pido que oren diariamente para que continúe cooperando con la gracia divina”, añadió visiblemente emocionado.

“Una alianza de amor fiel y duradero”

A lo largo de la homilía, el cardenal insistió en que el Corazón de Jesús es la expresión perfecta de la misericordia de Dios: “Su amor compasivo arde siempre por nosotros. Ha elegido amarnos, con corazón humano, incondicionalmente, totalmente y para siempre”.

Citó también al beato Columba Marmion para enfatizar que esta devoción permite al alma “honrar lo más grande, lo más elevado, lo más eficaz en Cristo Jesús: el amor que Él tiene por el mundo, el amor del cual Su Corazón es el horno”.

La homilía culminó con una exhortación a la conversión y la entrega: “Reconocemos inmediatamente cuán indignos del amor de Dios somos a causa de nuestros pecados, y somos impulsados a amar a Dios a cambio, arrepintiéndonos... y esforzándonos por entregar nuestros corazones cada vez más plenamente a su Divino Corazón”.

Burke subrayó que esta devoción lleva a “aceptar con gusto todas las disposiciones de su Providencia” y a “desgastarnos”, como decía San Pablo, por la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Bajo el amparo de María

El purpurado estadounidense concluyó confiando su ministerio y la vida de los fieles al Corazón Inmaculado de María, a quien describió como guía materna que “nos atrae con amor hacia su Corazón Doloroso e Inmaculado, bajo el cual Dios Hijo tomó un corazón humano”. Recordando a Nuestra Señora de Guadalupe, pidió su intercesión “para que hagamos de nuestros corazones, como el suyo, uno con el Corazón Eucarístico de Jesús”.

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