Cardenal Müller: «Los sacerdotes no son funcionarios bien pagados, sino ministros de Cristo»

Cardenal Müller: «Los sacerdotes no son funcionarios bien pagados, sino ministros de Cristo»

El ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue el encargado de ordenar a los nuevos sacerdotes y diáconos en el Seminario de San Vicente de Paúl, en Courtalain (Francia).

Durante la homilía, el cardenal Gerhard Ludwig Müller lanzó una firme defensa del sacerdocio católico frente a las tendencias secularizantes dentro y fuera de la Iglesia. La homilía completa ha sido publicada por el medio Kath.net.

«No son como mercenarios, funcionarios bien o mal pagados de una organización de bienestar creada por el hombre que brinda servicios espirituales y sociales», proclamó Müller, aludiendo al riesgo de convertir el sacerdocio en una profesión mundana. «Nosotros, los ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios, no podemos preocuparnos por nuestro propio honor o influencia social. Hemos sido llamados a dar la vida por las ovejas, como Cristo, el Buen Pastor».

Durante la celebración litúrgica del pasado 28 de junio, diez jóvenes recibieron el sacramento del Orden, cinco de ellos como presbíteros y otros cinco como diáconos. El cardenal subrayó que este sacramento es «una institución divina» que no responde a estructuras humanas, y que confiere una participación real en el sacerdocio de Cristo. «Solo pueden responder a esta elección con una disposición incondicional a entregar su vida».

El purpurado germano no escatimó críticas hacia las actitudes mundanas infiltradas en el clero: «Tampoco debemos dejarnos intimidar por las acusaciones de clericalismo, que se alimentan de la misma fuente tóxica del pensamiento competitivo».

A la vez, advirtió contra la reducción del clero a una clase social: «La división de la Iglesia en clero, religiosos y laicos no tiene nada que ver con un orden social secular basado en clases y castas. Todos somos incorporados al Cuerpo de Cristo».

En uno de los pasajes más contundentes de la homilía, Müller insistió en la radical diferencia entre el sacerdocio ministerial y el común de los fieles, si bien subrayó su unidad en Cristo: «El clero católico de obispos, presbíteros y diáconos no compite con el sacerdocio común de los fieles. Aunque esencialmente diferentes, ambos están intrínsecamente unidos por su participación en el único sacerdocio de Cristo».

También recordó que el seguimiento de Cristo no es un camino de triunfos humanos, sino de fidelidad hasta la cruz: «Jesús no prometió a sus discípulos una vida de procesión triunfal, tan anhelada por los Césares de todos los tiempos, sino el camino del sufrimiento y la cruz».

Y concluyó con una llamada a la esperanza y a la fidelidad: «Bienaventurados seréis cuando os insulten, os persigan y os calumnien por mi causa... Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder».

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