El PSOE arremete contra monseñor Argüello por pedir elecciones anticipadas

La petición de monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, para que se convoquen elecciones ha desatado una dura reacción del grupo cristianos Socialistas del PSOE, que ha emitido un comunicado acusándolo de “tomar partido” y de representar una “tendencia política”.
El texto, sin embargo, parece más interesado en desacreditar al arzobispo de Valladolid que en debatir el fondo de sus palabras. Argüello, conocido por su tono prudente y su firme defensa de los valores cristianos, manifestó su preocupación por la situación institucional que vive España, sumergida en un mar de corrupción, en un ejercicio legítimo de expresión desde su responsabilidad eclesial. Lejos de ser un gesto partidista, su intervención se alinea con la tradición de la Iglesia de iluminar la vida pública desde principios éticos.
En contraste, el grupo Cristianos Socialistas del PSOE, que mezcla militancia política con referencias religiosas, acusa al prelado de no haberse pronunciado suficientemente en temas como la violencia machista o la homofobia. Una crítica que parece más una excusa que una reflexión coherente, dado que esas cuestiones han sido abordadas reiteradamente por la conferencia episcopal.
El comunicado llega incluso a insinuar que Argüello guarda silencio ante supuestas agresiones contra miembros del PSOE por parte de la derecha, una afirmación sin base concreta que revela un tono más ideológico que espiritual.
Mientras el arzobispo llama al diálogo y al sentido común en tiempos de crispación, desde el sector socialista se responde con ataques personales que cuestionan su legitimidad para opinar sobre asuntos públicos. Una actitud que muchos católicos ven con preocupación, al considerar que busca silenciar a quienes defienden convicciones firmes con respeto, pero sin someterse al discurso dominante.
monseñor Argüello, fiel a su compromiso pastoral, continúa señalando con serenidad lo que considera necesario para el bien común. El mismo compromiso que, precisamente, muchos echan en falta en quienes utilizan la fe como apéndice de su militancia partidista.
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