La comunidad benedictina de la Abadía de Keizersberg, ubicada en la ciudad belga de Lovaina, ha suspendido temporalmente su vida comunitaria como parte de una serie de medidas disciplinarias adoptadas por la Congregación Sublacense-Cassinese, a raíz de denuncias de conductas transgresoras entre adultos. Así lo ha confirmado el medio Catholic News Agency citando un comunicado oficial del prior general, padre Ignasi M. Fossas, OSB.
El padre Fossas anunció la suspensión de la vida comunitaria en Keizersberg, junto con la prohibición de actividades públicas para varios de sus monjes. Asimismo, se han iniciado visitas canónicas extraordinarias en todas las comunidades de la provincia flamenca-neerlandesa de la congregación, incluyendo las abadías de Dendermonde, Affligem, Steenbrugge y Doetinchem/Slangenburg. Estas visitas, que comenzaron en 2022 y concluyeron en enero pasado, se ampliarán durante los próximos meses como parte de una evaluación más exhaustiva.
Aunque no se trata de casos de abuso sexual infantil, las denuncias se refieren a conductas transgresoras entre adultos, señalando tanto fallas personales como estructurales dentro de las comunidades.
Desde noviembre de 2024, los cuatro monjes restantes de la Abadía de Keizersberg fueron trasladados a otras comunidades monásticas bajo residencia obligatoria. Las acusaciones fueron remitidas a las autoridades civiles y al centro de denuncias de la Iglesia, que a su vez notificó a la Fiscalía Federal de Bélgica. La Fiscalía de Lovaina confirmó haber recibido el expediente.
Uno de los monjes fue suspendido de su ministerio diaconal debido a irregularidades en su ordenación, y se le ha prohibido ejercer públicamente como benedictino mientras se resuelve su situación. En la Abadía de Doetinchem/Slangenburg, el abad también fue suspendido preventivamente y su caso fue remitido a las autoridades eclesiásticas correspondientes.
El prior general Fossas expresó "tristeza, vergüenza y dolor" por el daño causado, y ofreció una disculpa pública a las víctimas, asegurando la plena cooperación con las autoridades judiciales. Subrayó que las medidas adoptadas son de carácter preventivo, no punitivo, y buscan reformar las estructuras internas de las comunidades afectadas.
A pesar de la suspensión de la vida comunitaria, parte de la Abadía de Keizersberg sigue funcionando, con unos pocos monjes residiendo en un ala separada. El resto del edificio se utiliza como alojamiento para estudiantes y profesionales. El proceso de investigación y reestructuración continúa, y se espera que se prolongue varios meses.
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