Cobo impone el ‘sínodo permanente’: consejos pastorales obligatorios, párrocos en minoría

Cobo impone el ‘sínodo permanente’: consejos pastorales obligatorios, párrocos en minoría

Si usted pensaba que la parroquia era el lugar donde un sacerdote enseña, santifica y gobierna al estilo apostólico, despierte. Ha llegado el Consejo Pastoral Obligatorio™, versión madrileña del “caminar juntos” en bucle, impuesto ahora por el Cardenal José Cobo para todas las parroquias de su archidiócesis. Porque claro, si lo dice el Sínodo, no se discute: se acata, se aplica, y se aplaude.

La noticia, redactada con la pompa habitual de los tiempos que corren —mucho “evangelización efectiva”, mucha “Iglesia corresponsable”, cero contenido sobrenatural— puede leerse aquí: El arzobispo de Madrid decreta consejos pastorales obligatorios en todas las parroquias

¿Y cuál es la genialidad del decreto? Imponer que cada parroquia tenga su respectiva asamblea de bautizados, con representantes de “todas las realidades eclesiales” —lo cual suele incluir desde el grupo scout hasta la ministra extraordinaria del decoro litúrgico—, para planificar la vida pastoral... en sinodalidad, por supuesto. Trimestral como mínimo, mensual si hay espíritu.

¿La excusa? Que Jesús mandó a sus discípulos “de dos en dos”, lo cual, según el Vicario Pastoral José Luis Segovia, es una clara invitación a crear mesas de trabajo parroquiales con visión inclusiva. Vamos, que los Apóstoles no fundaban Iglesias, sino subcomisiones.

Y por supuesto, no puede faltar el lenguaje gaseoso de manual: comunidad de bautizados, escucha activa, discernimiento compartido, planificación corresponsable... Todos palabros diseñados para no decir absolutamente nada, pero dejar claro que la autoridad sacerdotal ahora se ejerce bajo supervisión colegiada.

¿Y el párroco? El nuevo párroco modelo 2025 no enseña, no manda, no decide: facilita procesos sinodales. Ya no es pastor, sino moderador. Ya no gobierna en nombre de Cristo, sino que acompaña en nombre del consenso. Eso sí, luego es a él a quien pedirán cuentas cuando la parroquia esté en ruinas y el Sagrario cerrado.

Pero no hay problema, porque ahora todo se evalúa con criterios “dinámicos”: reuniones, participación, pluralidad. ¿Hay adoración al Santísimo? No importa. ¿Se predica la doctrina católica? Relajemos. ¿Se confiesa alguien? ¡Qué rígido! Lo importante es que hay actas.

En la parroquia Cristo Sacerdote ya presumen de este nuevo modelo: un consejo con representantes de todas las realidades activas, incluyendo Life Teen, esa joya juvenil que mezcla espiritualidad Disney con teología de campamento. Porque claro, si no hay una guitarra por misa, ¿cómo va a actuar el Espíritu?

Y todo esto tiene un nombre: protestantismo de laboratorio. La parroquia ya no es casa de Dios, sino centro social. El sacerdote ya no es alter Christus, sino facilitador de procesos. La misión ya no es salvar almas, sino garantizar que nadie se sienta excluido aunque no crea en nada.

Y así seguimos, de sínodo en sínodo, de comisión en comisión, de “escucha” en “discernimiento”, mientras la fe se debilita, la liturgia se degrada, y la Iglesia se va vaciando... pero con mucha participación.

Lo dicho: si San Pablo hubiera necesitado un consejo pastoral para predicar en Atenas, todavía estaríamos esperando su primer discurso. Pero eso sí, con mucha sinodalidad.


Iglesia Noticias no se hace cargo de las opiniones de sus colaboradores, que no tienen por qué coincidir con su línea editorial.

Comentarios
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Marina Soriano
1 mes hace
La imposición de consejos parroquiales sin verdadera autoridad y el debilitamiento de la figura del párroco socavan la estructura apostólica, llevando a una Iglesia más social que espiritual, alejándose de su misión auténtica.
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Antonio Cuevas
1 mes hace
Este enfoque modernista desvirtúa la autoridad y misión de la parroquia, transformándola en un club social. La verdadera pastoral requiere liderazgo, no consensos vacíos; así se debilita la fe y se pierde la esencia.
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Noelia Giménez
1 mes hace
La participación y el diálogo son importantes, pero no pueden reemplazar la verdadera misión de la Iglesia: anunciar a Cristo y santificar. La verdadera comunidad no se construye solo con reuniones, sino con fe viva y presencia sacramental.
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Raúl Arias
1 mes hace
La Iglesia no es una asamblea colegiada, sino un misterio divino donde el obispo y el sacerdote ejercen autoridad en nombre de Cristo. La excesiva "participación" diluye la jerarquía y debilita la misión auténtica, alejándonos de la tradición apostólica.
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Germán Marín
1 mes hace
Este enfoque colegial y participativo, sin duda, desdibuja la autoridad y esencia del ministerio sacerdotal, que debe ser guía, no gestor. La tradición católica insiste en la jerarquía como servicio, no en la democracia parroquial que diluye la misión.
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