El obispo de Barbastro desafía a Roma y arremete contra el Opus Dei por Torreciudad
El obispo de Barbastro desafía a Roma y arremete contra el Opus Dei por Torreciudad

En la fiesta de la Natividad de la Virgen María, el 8 de septiembre en la catedral de Barbastro, Ángel Pérez Pueyo sorprendió con una homilía convertida en alegato contra el Opus Dei y contra la mediación del comisario pontificio Alejandro Arellano, designado por la Santa Sede para resolver el litigio sobre Torreciudad. Lo paradójico es que fue el propio obispo quien solicitó esta intervención vaticana, y ahora, cuando la resolución parece inminente y previsiblemente desfavorable, la rechaza y amenaza con dimitir. El gesto, inédito en la Iglesia española desde hace décadas, transmite más desafío que obediencia y ha causado escándalo entre sacerdotes y fieles.

El núcleo del conflicto se centra en el control del lugar de peregrinación, aunque el obispo pone como excusa la talla románica de la Virgen de los Ángeles, trasladada en 1975 por la Obra al moderno santuario de Torreciudad. La diócesis exige su retorno a la ermita original de Barbastro, mientras que el Opus Dei lo considera inadmisible. En julio, Pérez Pueyo propuso como alternativa ceder la gestión del santuario a la Santa Sede y renunciar a todo beneficio económico -empezó pidiendo 600.000 euros anuales-, siempre que se devolvieran la imagen y la pila bautismal vinculada a san Josemaría. Conviene recordar, sin embargo, que aquella pila fue hallada hecha añicos y arrojada al río, y que fueron miembros de la Obra quienes recuperaron los fragmentos para reconstruirla. Es esa pieza recompuesta, custodiada en Roma, la que ahora el obispo pretende reclamar para la catedral.

El comisario Arellano, presidente del Tribunal de la Rota, fue nombrado por el propio Papa Francisco en 2024 para desbloquear un conflicto enquistado. Que ahora Pérez Pueyo presente su intervención como una “traición” al difunto pontífice resulta difícil de sostener. A la luz de su enfado, se intuye que la decisión no le será favorable, pero Roma aún no ha hecho público el desenlace. Lo que sí ha hecho el obispo es arrogarse el respaldo de Francisco, esgrimiendo supuestas cartas en las que el Papa le advertía contra “intrigas mafiosas” y le pedía “no ceder”. Asegura incluso estar dispuesto a exhibirlas. Habrá que ver si lo hace, pues no sería la primera vez que en declaraciones públicas acomoda la verdad a sus propias tesis.

Durante la homilía, Pérez Pueyo se comparó con Eleazar, el anciano bíblico que prefirió morir antes que traicionar la fe, y aseguró que seguirá “fiel a su pueblo” hasta el final. Pero muchos sacerdotes y fieles se sintieron utilizados. “Fue vergonzoso. Los sacerdotes ancianos muy molestos. También yo. No hay derecho”, relató un asistente. “La catedral estaba llena por la fiesta de la Virgen, y aprovechó ese marco para su pulso. Nos arruinó el día”, añadía otro testimonio. Incluso el detalle de repartir después imágenes suyas generadas por inteligencia artificial acrecentó la sensación de bochorno: “Más vergüenza aún. Recemos por él”, resumió un sacerdote.

El órdago de Pérez Pueyo no tiene precedentes recientes. No se recuerda a un obispo español que haya amenazado con dimitir por desacuerdo con Roma desde las renuncias de Nicolás Castellanos en 1991, Ramón Buxarrais en el mismo año o, en otros contextos, Xavier Novell en 2021 y Raúl Berzosa en 2019. Su gesto coloca al papa León XIV en el centro de la tormenta: será él quien deba decidir si ratifica la mediación o da otro giro al caso. Lo que parece claro es que el obispo de Barbastro ha optado por la confrontación abierta, en un pulso que ya trasciende lo local y que él mismo parece dispuesto a perder con tal de hacer ruido.


Texto íntegro de la homilía del obispo de Barbastro

¡La verdad padece pero no perece!

Desde esta misma cátedra de San Ramón, me dirijo a cada uno de vosotros, hijos del Alto Aragón oriental, en un momento especialmente delicado para nuestra Iglesia de Barbastro-Monzón. Lo hago para abrir mi corazón como pastor de esta hermosa y bendita grey, correspondiendo con la misma lealtad y fidelidad al honor que me otorgasteis al nombrarme este año vuestro Mantenedor. Y os comparto, con toda sinceridad, a los pies de Nuestra Madre en el día de su cumpleaños, que desde hace ya cinco años venimos pidiendo, casi suplicando, que se respete la dignidad de nuestro pueblo: humilde y pequeño, sí, pero con una dignidad gigante y una fidelidad inquebrantable, como ha sabido demostrar a lo largo de los siglos.

El papa Francisco acogió esta súplica durante la «visita ad Limina», en diciembre de 2021, y se interesó e hizo suyo el sentir de nuestro pueblo, que se vio reflejado en una carta suya manuscrita en 2023 con una indicación clara a vuestro obispo con su particular acento argentino: “Ángel, no cedás”, para que llevara de vuelta a nuestra Madre a su ermita originaria. Posteriormente, en audiencia pública en la Plaza de San Pedro, el 18 de septiembre de 2024, siete meses antes de su fallecimiento, me expresó de manera clara y directa al saludarme: “Ángel, ¿bajaron ya la Virgen”.

Con ese respaldo decidimos reclamar de nuevo, como ya hiciera nuestro antecesor Mons. Ambrosio Echevarría, que nuestra querida Virgen de Torreciudad, que durante más de mil años ha estado en manos de nuestro pueblo, que la ha querido, tocado, besado y protegido incluso a costa de la propia vida durante la guerra, volviese a la ermita donde siempre estuvo.

No se trata de una petición baladí, sino del reclamo de la misma dignidad que se respeta en otros lugares como Fátima o Lourdes. También dentro de nuestra Diócesis, desde hace siglos, se ha custodiado a Nuestra Madre en sus lugares originarios: así en el Santuario del Pueyo, donde han servido tres congregaciones distintas —Benedictinos, Claretianos e Instituto del Verbo Encarnado—, o en el Santuario de Guayente, confiado a los Hermanos de La Salle. Todos ellos recibieron el mismo encargo que

en su día tuvieron los responsables de la Prelatura —como se recuerda en el programa de fiestas del año 1968—: cuidar de la Madre común, la original talla románica, y difundir su devoción desde su propio hogar, para visitarla, rezarle, besarla, cantarle, vestirla y procesionarla en su casa. Es así como se respeta también la dignidad de los lugares pobres y humildes, como la gruta de Belén, donde el Salvador quiso enseñarnos que siempre escoge lo pequeño para mostrar al mundo su grandeza.

Consciente de que la verdad puede padecer, pero nunca perece, os confieso que este reclamo de nuestra dignidad no ha sido fácil. Tampoco lo ha sido alzar la voz para defender que nuestro pueblo no se merece menos. El mismo papa Francisco me advirtió, en una carta manuscrita fechada el 13 de octubre de 2024, que tuviera cuidado con las “intrigas mafiosas que están en curso” en torno a este asunto.

Gustosamente vengo luchando hasta la extenuación en defensa de nuestro pueblo, de su dignidad, de su devoción y religiosidad popular, sin importarme ningún sacrificio. Por eso, si me viera obligado, como pastor repetiría las mismas palabras del anciano Eleazar, ante las presiones para aceptar lo que no puedo aceptar: que no puedo hacerlo “sin atraer mancha y deshonra a mi vejez” que pueda servir de mal ejemplo a mis feligreses.

Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad ha de ser venerada en su pequeña y humilde morada de donde nunca debió salir tras mil años de historia en manos de un pueblo que la venera con enorme devoción.

Y es por ello que quiero transmitiros la seguridad de que vuestro pastor siempre se mantendrá fiel a su pueblo, a esa pequeña grey de dignidad gigante a la que es mi mayor orgullo servir. Y así será hasta el final.

Me encomiendo a nuestra Madre y a vuestras oraciones.

Barbastro, 8 de septiembre de 2025

Fiesta de la Natividad de la Virgen María

Ángel Javier Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

 

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