El Papa León XIV recibió en audiencia al cardenal Robert Sarah, destacada figura de la Iglesia, en un encuentro que subraya la importancia de la espiritualidad y la liturgia en el contexto actual.
Este lunes 22 de septiembre, el Papa León XIV acogió en el Vaticano al cardenal Robert Sarah, quien a sus 80 años continúa siendo una de las voces más influyentes de la Iglesia universal. El cardenal Sarah, ex Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, es conocido por su cercanía con los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, así como por sus escritos que abogan por el poder del silencio, la sacralidad de la liturgia y la centralidad de Dios en la vida cristiana.
Durante el verano, el cardenal Sarah reafirmó su autoridad moral en Bretaña, donde el 26 de julio, en la gran Troménie de Sainte-Anne-d’Auray, pronunció una homilía de gran intensidad ante miles de fieles. En ella, denunció con firmeza las leyes que, en su opinión, promueven la muerte en lugar de la vida, aludiendo a la reciente legislación que afecta el respeto por la vida sin mencionar directamente el aborto ni la eutanasia. "No profanen Francia con sus leyes bárbaras e inhumanas. Francia es una tierra santa, una tierra reservada para Dios", declaró con vehemencia.
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El cardenal también subrayó la misión esencial de la Iglesia: "Lo que salva al mundo es el hombre que se arrodilla ante Dios para adorarlo y servirlo". Su discurso incluyó una defensa apasionada de la liturgia: "Debemos celebrar la liturgia con temor y temblor. La liturgia no es un espectáculo humano, es nuestra tímida respuesta a la gloria de Dios".
En su última obra, "¿Existe Dios?", publicada en enero de 2025, el cardenal Sarah aborda las grandes cuestiones espirituales contemporáneas, afirmando con rotundidad: "No es Dios quien ha muerto, sino el hombre, incapaz de reconocer la presencia divina en la historia". Fiel a su vocación de centinela, invita a redescubrir a Dios en el silencio, la adoración y la oración, recordando que "todo comienza con un gesto sencillo y radical: arrodillarse".
El encuentro entre el Papa León XIV y el cardenal Sarah reviste una especial relevancia, subrayando la continuidad de su lucha por una Iglesia centrada en Cristo y rechazando una visión de la fe meramente horizontal o mediática.
