Las benedictinas de Zamora se trasladan para unirse a otras comunidades en Oviedo

Las benedictinas de Zamora se trasladan para unirse a otras comunidades en Oviedo

La comunidad de monjas benedictinas del Monasterio de La Ascensión en Zamora se encuentra en pleno proceso de transición hacia una nueva etapa de vida monástica.

Tras un proceso de discernimiento conjunto que ha durado más de un año, las hermanas de Zamora, junto con las de San Pelayo de Oviedo, San Salvador de Palacios de Benaver (Burgos) y la comunidad dependiente de Santa Escolástica en San José de Costa Rica, han decidido unirse en una única comunidad en el monasterio ovetense.

Este proceso, impulsado por la Congregación Monástica de Santa Hildegarda, busca responder con esperanza y responsabilidad a los desafíos actuales que afronta la vida contemplativa, entre ellos la fragilidad vocacional. Las comunidades han estado motivadas por el deseo de cuidar mejor a cada hermana en su etapa vital y de seguir ofreciendo con fidelidad y alegría el carisma benedictino.

Aunque la marcha de las hermanas de Zamora no será inmediata, ya han comenzado los trabajos necesarios para hacer realidad esta unión. En este tiempo de preparación, la imprenta y editorial Monte Casino continuará con su actividad habitual.

Dolor y agradecimiento en el obispado

Desde el obispado de Zamora, se ha emitido un comunicado en el que se expresa “profundo dolor y sincero agradecimiento” por la próxima partida de las benedictinas, que desde 1961 han sido una presencia orante y constante en la diócesis. “Nos duele su marcha porque han sido alma orante de nuestra diócesis”, ha señalado el obispo de Zamora, Monseñor Fernando Valera.

Las benedictinas llegaron a la ciudad desde el monasterio de Sahagún de Campos (León), siendo acogidas entonces por Eduardo González Martín. Desde su llegada, han ofrecido a la Iglesia local un testimonio luminoso de vida contemplativa, centrada en la oración, el trabajo y la fraternidad, fieles a la Regla de San Benito.

La decisión de dejar Zamora se toma con serenidad y fe, conscientes del contexto general de disminución de vocaciones que afecta a muchas comunidades religiosas. Sin embargo, las hermanas y la diócesis ven este paso como un signo de fidelidad al Evangelio y de esperanza en el futuro.

“Dios hará lo demás, en presente, no en futuro”, recuerdan desde el obispado, reafirmando la confianza en que la vida benedictina continuará dando fruto allá donde se encuentre. En palabras de la propia comunidad, desean ser “testimonio vivo de la alegría del evangelio”.

Como broche espiritual, tanto las religiosas como la diócesis han querido cerrar sus comunicados con la misma cita de la Regla de San Benito: “Que en todas las cosas sea Dios glorificado” (RB 57,9).

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