La derecha arcoíris: PP y PSOE consagran el dogma LGTB y criminalizan la virtud

La derecha arcoíris: PP y PSOE consagran el dogma LGTB y criminalizan la virtud

El Congreso de los Diputados ha aprobado una proposición de ley impulsada por el PSOE que penaliza con hasta dos años de cárcel a quienes practiquen o faciliten las llamadas "terapias de conversión", es decir, cualquier intento de ayudar a una persona con atracción al mismo sexo o confusión de identidad a vivir en conformidad con su biología o su fe. Padres, médicos, psicólogos o educadores que intenten orientar, acompañar o aconsejar en este sentido podrían enfrentarse a penas de prisión e inhabilitación, incluso para ejercer la patria potestad. El Partido Popular, lejos de oponerse, ha respaldado esta medida junto al PSOE, Sumar, Junts y otros partidos de izquierda, quedando Vox como el único grupo que votó en contra. Esta traición ideológica no se limita al ámbito nacional: en distintos puntos del país, el PP ha demostrado su sintonía con el activismo LGTB, como en Elche, donde recientemente presentó y logró aprobar una moción de apoyo explícito al colectivo LGTBIQA+, con los votos favorables de PSOE y Compromís. Esta deriva del supuesto partido conservador consolida su papel como gestor obediente del consenso progre, perpetuando leyes autonómicas de imposición ideológica en escuelas y centros sanitarios, y participando activamente en la propaganda del "orgullo".

El PP ha vuelto a confirmar que es una maquinaria de marketing sin alma ni principios. Sus votantes, muchos de ellos con valores tradicionales o simplemente sentido común, son utilizados como borregos para meter papeletas cada cuatro años mientras el partido ejecuta la agenda cultural de la izquierda con absoluta obediencia.

Ahora resulta que ser padre responsable, médico honesto o psicólogo coherente te convierte en delincuente. Ayudar a alguien a vivir en castidad, a superar un trauma, o simplemente a no dejarse arrastrar por modas destructivas es castigado por ley. Y el PP, en vez de frenar este disparate, lo impulsa.

Se ha pasado de castigar el escándalo, la corrupción de menores o el atentado contra la virtud, a castigar la corrección fraterna, el consejo prudente y la ayuda espiritual. En la España del PP y el PSOE, el pecado es ley, y la virtud es crimen.

La ideología LGTB no es ya una corriente entre muchas: es un dogma de Estado. Y el PP, ese partido supuestamente liberal-conservador, se ha convertido en su clero laico, arrodillado en cada moción, ley o pancarta multicolor que le ordenan asumir.

Este apoyo del PP no es solo colaboración: es rendición sin condiciones. Porque no hay aquí valentía para disentir, ni defensa de principios. Solo cálculo electoral, cobardía estructural y la esperanza de que los medios les den palmaditas por "modernos".

Lo que se vende como “protección” al colectivo es en realidad la legalización de una nueva inquisición anticristiana. Padres, sacerdotes, educadores, médicos: todos los que no se plieguen al nuevo credo serán perseguidos.

Inhabilitar a padres por educar a sus hijos conforme a la moral natural no es solo injusto: es totalitario. Es el Estado arrogándose la potestad de moldear conciencias desde la infancia, sin resistencia.

Y si hoy encarcelan a un padre por enseñar a su hijo a vivir en castidad, ¿qué será lo próximo? ¿Legalizar la pedofilia "consentida" bajo la excusa de "libertad afectiva"? ¿Normalizar la zoofilia como expresión legítima de "diversidad sexual"? No es una pregunta retórica ni un ejercicio de paranoia. Es el siguiente paso lógico en una pendiente que ya nadie quiere detener.

El PSOE, que hace tiempo dejó de disimular su devoción por la ingeniería social más radical, será quien lo proponga primero. No en voz alta, claro, sino en nombre de los "derechos minoritarios", de la "no discriminación", del "amor libre" y otras consignas vacías que enmascaran la destrucción de toda ley natural. Y el PP, fiel a su papel de satélite domesticado, dirá que al principio no, que hay que "estudiarlo", que "con matices"... pero en unos años, como siempre, acabará votando a favor. Como hizo con el matrimonio homosexual. Como hizo con el aborto. Como ha hecho ahora con la criminalización de padres y médicos.

Porque el PP no gobierna: gestiona. No piensa: copia. Y no defiende principios: calcula votos. La realidad es que ya no hay dos partidos en España. Hay un solo bloque de poder con dos marcas: una lanza los ataques, la otra los normaliza.

Nos queda la resistencia. Y nombrar las cosas por su nombre.

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