El sacerdote Carlos Loriente, canónigo de la Catedral Primada y ex vicario episcopal para el clero, fue detenido en la madrugada del 22 de septiembre en Torremolinos tras ser sorprendido con una decena de papelinas de sustancias estupefacientes, entre ellas cocaína rosa, mientras viajaba en un coche alquilado con varios varones sudamericanos. El Arzobispado de Toledo ha confirmado la detención y lo ha apartado de sus funciones, al tiempo que se multiplican las voces de escándalo por tratarse del mismo clérigo que dirigió la campaña inquisitorial contra los sacerdotes de La Sacristía de La Vendée.
La Policía Nacional interceptó al sacerdote durante un control rutinario en la vía pública. En el vehículo se hallaban varios varones sudamericanos y múltiples dosis de droga sintética. Según fuentes próximas a la investigación, Loriente se dirigía a un encuentro de carácter homosexual en una zona conocida por su ambiente LGTB. En el registro de su apartamento vacacional, los agentes localizaron una balanza de precisión, más droga dosificada y objetos sexuales. Las sustancias incautadas excedían con creces el umbral legal considerado como de consumo propio.
Tras su detención, el sacerdote fue puesto a disposición del Juzgado de Instrucción número 5 de Torremolinos. Anoche, quedó en libertad tras acogerse a su derecho a no declarar, mientras la investigación judicial permanece abierta. La causa continúa instruyéndose como presunto delito contra la salud pública.
El Arzobispado de Toledo emitió un comunicado el 23 de septiembre en el que confirmó “la detención de un sacerdote” de la archidiócesis, manifestó su “plena confianza en la justicia” y anunció su disposición a colaborar con las autoridades. Además, informó de la apertura de una investigación interna y del apartamiento cautelar del sacerdote del ejercicio del ministerio y de su oficio. También pidió “perdón al Pueblo de Dios por los daños morales que puedan ocasionar los presuntos delitos de un sacerdote de la archidiócesis”.
El escándalo ha causado consternación en la curia toledana, donde Loriente era considerado un hombre de confianza del arzobispo Francisco Cerro Chaves. Fue nombrado canónigo hace tres meses y, hasta el 15 de septiembre, ocupaba el cargo de vicario episcopal para el clero. Aunque algunos sugirieron que fue cesado por conocerse su situación personal, fuentes eclesiales confirman que él mismo solicitó no ser renovado tras cumplir cuatro años de mandato, en un relevo ya previsto internamente.
En los meses previos, su comportamiento había comenzado a suscitar inquietud: se ausentaba de reuniones y celebraciones, y en su entorno se hablaba de una posible enfermedad y de un tratamiento de adelgazamiento que explicaría sus cambios físicos y anímicos. Asimismo, se habrían detectado movimientos económicos sospechosos, aunque en una fase aún incipiente que no permitió adoptar medidas antes del arresto.
Lo sucedido ha sorprendido aún más porque hace pocas semanas participó en un viaje grupal a Egipto junto a otros sacerdotes, sin mostrar comportamientos extraños. Tampoco se sabía que estaba en Torremolinos durante su detención, lo que ha generado preocupación en la archidiócesis por no haber detectado con antelación la espiral en la que podría haberse sumido.
Loriente, de 45 años, cuenta con una extensa trayectoria académica y pastoral: fue vicerrector del Seminario Mayor “San Ildefonso”, secretario general del Instituto Teológico homónimo y su director, además de profesor en varios centros. Obtuvo su licenciatura en la Pontificia Universidad Gregoriana y el doctorado en la Universidad Lateranense, con la calificación “summa cum laude”.
La gravedad del caso se acentúa al tratarse del sacerdote que lideró la ofensiva contra La Sacristía de La Vendée, canal de Youtube impulsado por un grupo de clérigos —entre ellos el padre Francisco José Delgado— que comentaban temas litúrgicos y doctrinales con libertad. En 2021, unas declaraciones del padre Calvo sirvieron a Loriente de pretexto para ejecutar un proceso interno de censura, que terminó con el silenciamiento del canal y la marginación eclesial de sus autores. Mientras tanto, él era ascendido.
La contradicción moral ha escandalizado a los fieles: el mismo sacerdote que reprimía voces ortodoxas y públicas dentro del clero mantenía, según los hechos ahora conocidos, una doble vida marcada por el consumo de sustancias ilegales, la promiscuidad y la ocultación. El episodio confirma, una vez más, la advertencia evangélica sobre quienes ven la mota en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Además, Loriente ya había protagonizado otro episodio controvertido en 2023, al difundir un mensaje de apoyo al sacerdote Pedro Rodríguez Ramos, entonces condenado por abusos a menores, aunque posteriormente absuelto por defectos procesales. En dicho mensaje, el ahora detenido desautorizaba al denunciante, cuestionaba la prensa y defendía al acusado como hombre de “bondad de corazón”. La víctima presentó denuncia canónica ante el Dicasterio para el Clero y la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, sin que hasta hoy se haya producido respuesta alguna.