Jesús Bastante y sus tertulianos progres: la Iglesia no es su patio de Moncloa

Jesús Bastante y sus tertulianos progres: la Iglesia no es su patio de Moncloa

La semana pasada monseñor Luis Argüello —presidente de la Conferencia Episcopal Española— y César García Magán —su portavoz— lanzaron una reflexión que en cualquier foro civil habría pasado desapercibida: un adelanto electoral podría “desbloquear” la situación política en favor de los más vulnerables. Pero Jesús Bastante y Religión Digital convirtieron esa reflexión pastoral en un montaje de “injerencia eclesial”, aliñado con “fuentes cercanas” y “filtraciones exclusivas” que solo sirven al espectáculo progresista de sotana.

Bastante se presenta como el paladín de una avanzadilla de eclesiásticos con olor a Vaticano II mal digerido, voces de un clericalismo de izquierda que convierte la Doctrina Social en pasarela de consignas gubernamentales. En su relato, no hay lugar para la vida interior, el Corazón de Jesús o el silencio de la oración: todo suena a cliché hueco y a tertulia política. Prefiere inflar rumores de pasillo antes que abordar las verdaderas necesidades de los pobres y los ancianos que sufren la parálisis institucional.

Jesús Bastante celebra filtraciones de correos internos, presenta a “obispos moderados” y “conservadores” como si fueran fichas de ajedrez ideológico, y regodea cada vez que un pastor osa alzar la voz. Su revista digital, financiada en parte por curas como el Padre Ángel, prolonga un espejismo mediático que erosiona la unidad de la Iglesia y convierte todo debate eclesial en un ring de tertulias políticas.

No obstante, conviene recordar que esas corrientes progresistas, en pleno apogeo mediático, viven una “primavera pastoral” más ruidosa que fructífera. Sus redes pueden hinchar titulares, pero carecen de raíz en el verdadero corazón eclesial: la santidad de vida, el servicio humilde y la fidelidad al magisterio.

Entonces renacerá una Iglesia libre de rojeríos y de partidismos, una comunidad donde la única voz relevante sea la del Evangelio y no el estrépito de tertulias políticas disfrazadas de “noticia religiosa”.

Mientras llega ese día, recemos por nuestros obispos valientes —Argüello y García Magán, entre ellos— que, a diferencia de los Bastante de turno, recuerdan que su misión no es la lucha por cuotas mediáticas, sino el servicio humilde al prójimo. Porque, al fin y al cabo, la verdadera renovación no vendrá de gurús del progresismo eclesiástico, sino de la santidad y la fidelidad al único Maestro que merece nuestra lealtad.

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