El Vaticano ha emitido una carta oficial en la que reconoce signos espirituales positivos en torno a los presuntos fenómenos sobrenaturales ocurridos en el Monte S. Onofrio, en la localidad italiana de Agnone.
La misiva, firmada por el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, se dirige al obispo de Trivento, Camillo Cibotti, y responde al trabajo de investigación realizado por la diócesis sobre las supuestas apariciones marianas reportadas desde hace años.
En el documento, el Dicasterio valora de forma favorable aspectos como la sencillez y honestidad del presunto vidente, la naturaleza imprevisible de las manifestaciones, la profundidad espiritual de los mensajes recibidos y su coherencia con el mensaje cristiano. Se destaca que estos contenidos invitan a la conversión, a una vida de oración centrada en la Eucaristía, la Palabra de Dios y la confesión, y promueven la caridad hacia los más necesitados. También se condena de forma explícita el recurso a prácticas esotéricas u ocultistas, reafirmando el rechazo a toda forma de superstición.
Pese a los elementos positivos, el Vaticano no ha autorizado la práctica de cultos públicos vinculados al fenómeno, manteniendo la resolución de prae oculis habeatur, que implica una evaluación prudente y provisional. Bajo esta fórmula, no se permite celebrar misas ni organizar peregrinaciones en el lugar, ni tampoco divulgar los presuntos mensajes sin la aprobación de la autoridad eclesiástica. Sí se autoriza, en cambio, la oración personal o en pequeños grupos, especialmente en el entorno de la cruz erigida antes del inicio de los fenómenos.
El Dicasterio recuerda que cualquier manifestación religiosa pública debe contar con el aval del obispo, y alerta sobre el riesgo de crear un “magisterio paralelo” si se actúa al margen del discernimiento oficial. En este sentido, el texto lamenta que algunos eclesiásticos hayan desobedecido las directrices del Ordinario del lugar, alimentando un clima de división y desconfianza dentro de la Iglesia local.
Uno de los puntos que motivó la cautela del Vaticano es la aparente confusión, presente en algunos testimonios, sobre la naturaleza de las relaciones con los difuntos. El Dicasterio ofrece una extensa catequesis en la que distingue con claridad entre la oración legítima por los muertos —práctica consolidada en la tradición cristiana— y la evocación de los espíritus, condenada por la Iglesia por su asociación con prácticas esotéricas.
Según la carta, los mensajes relacionados con almas difuntas se presentan de manera respetuosa y coherente con la fe católica, subrayando la mediación de los ángeles y evitando todo tipo de técnica espiritista. No obstante, se pide seguir vigilando para que el grupo que promueve esta experiencia no cruce la delgada línea que separa la piedad cristiana del riesgo doctrinal.
El Vaticano no cierra la puerta a que en el futuro pueda emitirse un juicio más afirmativo, incluso un nulla osta, si se supera la actual etapa de discernimiento. Para ello, señala que será necesario reforzar la comunión eclesial, garantizar la obediencia a las normas canónicas y aclarar plenamente los aspectos teológicos aún ambiguos.
Mientras tanto, el Dicasterio encomienda a las comunidades implicadas a vivir esta experiencia con humildad, fidelidad al Evangelio y apertura al diálogo con sus pastores. “La tierra no está separada del cielo”, concluye la carta, evocando el título simbólico del documento y la esperanza de que la gracia siga actuando en medio del Pueblo de Dios sin rupturas ni confusión.
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