León XIV exhorta en Harissa a ser “perfume de Cristo” y constructores de paz

León XIV exhorta en Harissa a ser “perfume de Cristo” y constructores de paz

En el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, el Papa León XIV exhortó a obispos, sacerdotes, consagrados y agentes pastorales a ser “perfume de Cristo” y constructores de paz, anclados en la esperanza y en la caridad concreta hacia los más vulnerables.

En su encuentro con los obispos, sacerdotes, consagrados y agentes pastorales en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, en Harissa, el Papa León XIV expresó su alegría por este viaje cuyo lema es «Bienaventurados los que trabajan por la paz» (Mt 5,9), y recordó que la Iglesia en Líbano, con sus múltiples rostros, es un “ícono” de estas palabras, retomando la enseñanza de san Juan Pablo II, quien afirmaba a los libaneses: «En el Líbano de hoy —decía—ustedes son responsables de la esperanza» y los invitaba a crear “un clima fraterno” donde triunfen “el perdón y la misericordia».

El Papa Prevost agradeció los testimonios escuchados, que muestran que aquellas palabras no han sido vanas, porque en el país se sigue construyendo “la comunión en la caridad”. En las palabras del Patriarca, a quien agradeció de corazón, el Santo Padre reconoció la raíz de esta tenacidad, simbolizada por la gruta silenciosa en la que san Chárbel rezaba ante la imagen de la Madre de Dios y por la presencia del Santuario de Harissa, signo de unidad para todo el pueblo libanés. Recordó que, permaneciendo con María junto a la cruz de Jesús (cf. Jn 19,25), la oración —“puente invisible que une los corazones”— da fuerza para seguir esperando y trabajando incluso cuando retumba el ruido de las armas y las exigencias de la vida cotidiana se vuelven un desafío.

Al comentar el ancla, uno de los símbolos del logotipo de este viaje, el Santo Padre evocó las palabras del Papa Francisco, quien la presentaba como signo de la fe que permite ir más allá, incluso en los momentos más oscuros, hasta el cielo: «Nuestra fe es el ancla en el cielo. Tenemos nuestra vida anclada en el cielo. ¿Qué debemos hacer? Agarrar la cuerda [...]. Y vamos adelante porque estamos seguros que nuestra vida tiene como un ancla en el cielo, en esa orilla a la que llegaremos» (Catequesis, 26 abril 2017). Invitó a todos: “Si queremos construir la paz, anclémonos al cielo y, firmemente dirigidos hacia allí, amemos sin miedo a perder lo efímero y demos sin medida”. Desde estas raíces fuertes y profundas como las de los cedros, señaló, brota el amor y, con la ayuda de Dios, nacen obras concretas y duraderas de solidaridad.

El Papa León XIV se detuvo luego en el testimonio del padre Youhanna, que habló de Debbabiyé, el pequeño pueblo donde ejerce su ministerio, donde, a pesar de la extrema necesidad y bajo la amenaza de los bombardeos, cristianos y musulmanes, libaneses y refugiados del otro lado de la frontera conviven pacíficamente y se ayudan mutuamente. El Santo Padre destacó la imagen de la moneda siria encontrada en la bolsa de limosnas junto con las libanesas, detalle que recuerda que “en la caridad cada uno de nosotros tiene algo que dar y que recibir” y que el don recíproco enriquece a todos y acerca a Dios. Citó al Papa Benedicto XVI, quien en su viaje al país habló del poder unificador del amor incluso en la prueba: «Ahora es precisamente cuando hay que celebrar la victoria del amor sobre el odio, del perdón sobre la venganza, del servicio sobre el dominio, de la humildad sobre el orgullo, de la unidad sobre la división. [...] Saber convertir nuestro sufrimiento en grito de amor a Dios y de misericordia para con el prójimo» (Discurso durante la visita a la Basílica de San Pablo en Harissa, 14 septiembre 2012).

El Papa Prevost afirmó que este es el único modo de no sentirse aplastados por la injusticia y la opresión, incluso cuando, como se ha escuchado, hay personas y organizaciones que “especulan sin escrúpulos con la desesperación de quien no tiene alternativas”. Sólo así, añadió, se puede volver a esperar en el mañana, pese a la dureza de un presente difícil de afrontar. En este contexto, subrayó la responsabilidad hacia los jóvenes: es importante favorecer su presencia también en las estructuras eclesiales, valorar su aporte de novedad y darles espacio, así como ofrecerles, “incluso entre los escombros de un mundo con dolorosos fracasos”, perspectivas concretas y viables de renacimiento y crecimiento para el futuro.

El Santo Padre retomó después el testimonio de Loren, comprometida en la ayuda a los migrantes y ella misma migrante, dedicada desde hace tiempo a apoyar a quienes, “no por elección sino por necesidad”, han debido dejarlo todo para buscar lejos de casa un futuro posible. La historia de James y Lela, relatada por ella, muestra el horror que la guerra produce en la vida de tantas personas inocentes. Recordó que el Papa Francisco ha insistido en que ante dramas semejantes no se puede permanecer indiferentes y que ese dolor “nos concierne y nos interpela” (cf. Homilía en la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 29 septiembre 2019). Por un lado, la valentía de estas personas habla de la luz de Dios que, como dijo Loren, “brilla incluso en los momentos más oscuros”; por otro, lo que han vivido obliga a comprometerse para que nadie tenga que huir de su país por conflictos “absurdos y despiadados” y para que quien llama a la puerta de las comunidades nunca se sienta rechazado, sino acogido con las palabras que Loren citó: “¡Bienvenido a casa!”.

El Papa León XIV evocó también el testimonio de la hermana Dima, que ante el estallido de la violencia decidió no abandonar el campo, sino mantener la escuela abierta, transformándola en lugar de acogida para refugiados y en un centro educativo de extraordinaria eficacia. En esas aulas, explicó, además de brindar asistencia y ayuda material, se aprende y enseña a compartir “el pan, el miedo y la esperanza”, a amar en medio del odio, a servir incluso en el cansancio y a creer en un futuro diferente “más allá de toda expectativa”. Recordó que la Iglesia en Líbano siempre ha prestado gran atención a la educación y animó a continuar esta loable labor, asistiendo sobre todo a quienes pasan necesidad, carecen de medios o se encuentran en situaciones extremas, con decisiones guiadas por la caridad más generosa, para que la formación de la mente vaya siempre unida a la educación del corazón. “Recordemos que nuestra primera escuela es la cruz y que nuestro único Maestro es Cristo (cf. Mt 23,10)”, subrayó.

Refiriéndose al padre Chárbel y a su apostolado en las cárceles, el Papa Prevost destacó que precisamente allí, donde el mundo sólo ve muros y crímenes, en los ojos de los reclusos —“a veces perdidos, a veces iluminados por una nueva esperanza”— se contempla “la ternura del Padre que nunca se cansa de perdonar”. Así, dijo, se ve el rostro de Jesús reflejado en el rostro de quienes sufren y de quienes curan las heridas que la vida ha causado. Anunció que en breve se realizará el gesto simbólico de entregar la Rosa de Oro a este Santuario, un gesto antiguo que, entre otros significados, exhorta a ser “perfume de Cristo” con la propia vida (cf. 2 Co 2,14).

Ante esta imagen, el Santo Padre evocó el perfume que emana de las mesas libanesas, típicas por la variedad de alimentos y por la fuerte dimensión comunitaria de compartirlos. Es un perfume compuesto por “miles de aromas”, que sorprenden por su diversidad y, a veces, por su conjunto. “Así es el perfume de Cristo”, afirmó: no es un producto costoso reservado a unos pocos, sino el aroma que se desprende de una mesa generosa con muchos platos diferentes, de la que todos pueden servirse juntos. Concluyó deseando que este sea el espíritu del rito que se disponen a celebrar y, sobre todo, el espíritu con el que cada día se esfuercen por vivir “unidos en el amor”.

Comentarios
0
Claudio Giménez
Ayer
¿Hasta qué punto estamos dispuestos a ser "perfume de Cristo" en un mundo que pide paz y solidaridad? Las palabras del Papa en Harissa deben llevar a acciones que transformen realidades. Si en Líbano, a pesar de los conflictos, hay unidad entre cristianos y musulmanes, ¿qué nos impide hacerlo aquí? Cada gesto de caridad y perdón es un ancla de esperanza.
Like Me gusta Citar
Escribir un comentario

Enviar

Publish the Menu module to "offcanvas" position. Here you can publish other modules as well.
Learn More.

Hasta luego