El libro de Laurence Debray ofrece un retrato de la reina Sofía como una figura de fe discreta y constante, que ha sido un pilar silencioso para la Corona española.
El análisis de Laurence Debray sobre la figura de Sofía de Grecia destaca su profunda espiritualidad, caracterizada por una fe arraigada y serena. Educada en la tradición ortodoxa, su conversión al catolicismo antes de su matrimonio y su posterior vida en España reflejan una espiritualidad marcada por la discreción y la constancia. Juan Carlos de España dedica en el libro varias páginas a describir la infancia y juventud de la reina, subrayando la austeridad familiar y una formación religiosa que la autora presenta sin estridencias, centrada en la oración, la cultura y la beneficencia.
Debray enfatiza que Sofía no busca protagonismo, sino coherencia en su vida de fe. Un ejemplo de ello es la decisión excepcional de celebrar una liturgia doble en su boda, un gesto que la reina recuerda como un regalo significativo. A partir de este momento, Debray la describe como la "conciencia moral" de la familia, una expresión que se desprende del relato completo: su presencia fiel, su vida de oración y su naturalidad en los actos religiosos son constantes.
La autora incluye una declaración significativa de la reina sobre la exigencia de ejemplaridad que recae sobre la Corona, describiéndola como una responsabilidad "debida" a los ciudadanos. Esta idea estructura el cuadro espiritual que Debray compone: la fe de Sofía no se impone, sino que se propone con la fuerza de la continuidad y el servicio. El libro no pretende ser un inventario devocional, sino más bien el hilo que une la vida familiar, la responsabilidad pública y la esperanza, presentando a la reina como un sostén silencioso y constante.
