El arzobispo Francisco José Prieto participó en las Jornadas Interdiocesanas de Formación en Santiago, subrayando la importancia de la familia como núcleo de esperanza y reconciliación en la sociedad actual.
Casi ochenta agentes de pastoral familiar de toda Galicia se reunieron en Santiago durante el fin de semana para participar en las Quintas Jornadas Interdiocesanas de Formación. Este año, el tema central fue la familia como fuente de esperanza. El sacerdote de Tui-Vigo, Ángel Carnicero, inauguró las ponencias con una lectura práctica de la bula *Spes non confundit*, utilizando citas de la Sagrada Escritura y testimonios concretos para fomentar la esperanza.
Álvaro Medina, director de la Pastoral del Mayor de la diócesis de Getafe, presentó el programa Rut, diseñado para acompañar a personas mayores que experimentan soledad no deseada. Este programa organiza un movimiento de voluntarios que aseguran al menos una visita semanal a estas personas. Por otro lado, el profesor de la Universidad de Salamanca, Rodrigo Carcedo, analizó el impacto de la cárcel en las familias, especialmente en los hijos de los reclusos, presentando un estudio que revela el grave daño psicológico que sufren.
Una representante de Al-anon abordó el tema del alcoholismo, mostrando el camino que deben seguir los familiares para recuperar la autoestima y la autonomía. Las jornadas concluyeron con la intervención de Ángela Rosa Romero y Leandro Rivero, quienes presentaron el programa Enredados, un proyecto que acompaña a parejas jóvenes no casadas sacramentalmente.
El domingo, el arzobispo de Santiago, Francisco José Prieto, participó en el encuentro, compartiendo un momento de cercanía con los agentes de pastoral familiar. En su reflexión, destacó que la familia es el lugar originario de la esperanza, donde se aprende a esperar y confiar. Vinculó la familia con el Jubileo, resaltando la importancia de la reconciliación y la renovación de los vínculos interpersonales. Bajo la mirada de María, madre de la esperanza, el arzobispo concluyó que cada familia puede redescubrir su vocación de ser hogar donde Dios habita.