La Santa Sede ha hecho pública hoy la aceptación definitiva de la renuncia de monseñor Gerardo Melgar Viciosa como obispo de la diócesis de Ciudad Real tras nueve años al frente.
La decisión, aceptada por el Papa León XIV, culmina un proceso iniciado hace casi dos años y abre paso a un nuevo capítulo bajo el liderazgo de monseñor Abilio Martínez Varea, actual obispo de Osma-Soria, designado como nuevo pastor de la diócesis.
En la carta dirigida a los fieles, monseñor Melgar ha explicado que presentó su renuncia el 24 de septiembre de 2023, al cumplir la edad estipulada en el canon 401.1 del Código de Derecho Canónico. Aunque la Santa Sede aceptó en su momento la renuncia bajo la fórmula “Nunc pro tunc” —es decir, con efecto diferido—, esta solo ha sido efectiva tras el nombramiento de su sucesor.
Con la designación del nuevo obispo, Melgar pasa a ser oficialmente obispo emérito de Ciudad Real y ejercerá desde hoy y hasta el próximo 27 de septiembre como administrador apostólico de la diócesis, con las mismas responsabilidades y atribuciones que el obispo en funciones.
Melgar ha mostrado su “más sincera y cordial felicitación” a su sucesor, monseñor Abilio Martínez Varea, a quien ha deseado una fecunda etapa pastoral al frente de Ciudad Real. Ha pedido a todos los fieles —sacerdotes, religiosos y laicos— que acojan al nuevo obispo “con el mismo corazón abierto” con el que él fue recibido en su momento.
Aprovechando la ocasión, ha hecho un repaso agradecido a sus nueve años de ministerio en la diócesis, expresando gratitud por la acogida, el cariño y el apoyo recibido. “Termino una fase muy importante de mi vida”, ha señalado, destacando la cercanía y colaboración de todos los miembros de la Iglesia local.
Con un tono sereno y emotivo, el obispo emérito ha reconocido que las despedidas “nunca son agradables del todo”, y ha pedido perdón por posibles errores o deficiencias en el ejercicio de su ministerio. También ha rogado a los fieles que no dejen de rezar por él, asegurando que seguirá teniéndolos presentes en sus oraciones y en la Eucaristía.
“Que el Señor nos siga bendiciendo a todos”, concluye la carta, que sella una etapa significativa en la historia reciente de la diócesis de Ciudad Real.
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