Iglesia Noticias fue el primer medio en anunciar el pasado 28 de junio que la misa que tenía previsto celebrar monseñor Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, en el santuario de Torreciudad con motivo del 50º aniversario de la inauguración del templo, fue finalmente suspendida.
Todo parecía indicar que el comisario plenipotencirio, Alejandro Arellano Cedillo, iba a publicar el veredicto final sobre Torreciudad antes del 5 de julio, fecha en la que estaba prevista la misa central de los actos por el 50 aniversario del santuario de Torreciudad.
En los días previos, algunos medios publicaron informaciones sobre un supuesto principio de acuerdo que resolvería el coflicto entre el obispado y el Opus Dei. Un conflicto, que dicho sea de paso, inicio deliberadamente el obispo Ángel Pérez Pueyo cuando de manera arbitraria y unilateral (y anti sinodal) nombró un nuevo rector para el santuario en un intento por hacer un pulso a la Obra sabedor de la posición de ventaja en la que jugaba en ese momento.
A pesar de que la decisión última la debe tomar Arellano Cedillo, por encargo del Papa Francisco, el obispo de Barbastro hizo de nueva otra jugada de las suyas y publicó esta semana su propuesta de acuerdo dejando en mal lugar al comisario plenipotenciario. En ese nuevo acuerdo que ofrece el obispado, renuncia al control del santuario para que pase a ser internacional y así dependa de la Santa Sede. Pérez Pueyo también exige a la prelatura que devuelva la imagen de la virgen a la ermita pequeña que la Obra pagó y reformó y también pide que devuelva la pila bautismal de la catedral de Barbastro que se encuentra en la sede del Opus Dei en Roma.
En medio de esta situación, la prelatura decidió no prender más la mecha y renunció a que Ocáriz celebrase la misa principal del 50 aniversario de Torreciudad, el templo que Escrivá de Balaguer pidió a los suyos levantar en el Alto Aragón para extender la devoción a la virgen de Torreciudad. La realidad es que la situación en estos días ha sido especialmente tensa. Desde medios próximos al obispado que actúan como cuasi portavoces tratar de vender versiones que incluso se alejan de la verdad como que la diócesis no pedía dinero por el santuario cuando es sabido por todos (y así lo confirmó el propio Opus en un extenso comunicado que emitió en marzo del 2024) que Pérez Pueyo pedía una especie de impuesto revolucionario para llenar las mermadas arcas diocesanas.
En este contexto, cuando parecía que la misa central sería la del lunes 7 de julio con Ángel Lasheras (el rector de Torreciudad nombrado por la prelatura) el obispo de Barbastro volvió a dejarse caer por el santuario para acaparar protagonismo y dar lecciones de moral. Pérez Pueyo celebró este pasado sábado 5 de julio una solemne Eucaristía en Torreciudad, "dentro de la conmemoración del 50 aniversario de la inauguración del complejo". A esa misa en el "complejo" (que es la forma despectiva que tiene la diócesis de referirse a Torreciudad) también acudió don Ángel Noguero, vicario general de la Diócesis, Silvia Peropadre, delegada de celebración y liturgia, y Jesús Gracia, responsable del equipo de obras en la comisión de economía.
En su homilía, el Ordinario del lugar ha dirigido un saludo a los miembros del Opus Dei —numerarios, supernumerarios, agregados y auxiliares— así como al personal que trabaja en Torreciudad y a la comunidad cristiana de la Unidad Pastoral de Graus. Todos ellos, dijo, han contribuido a que este santuario se consolide como “un lugar donde la gracia de Dios se derrama incesantemente”, acogiendo a fieles de toda condición.
Mons. Pérez Pueyo evocó los orígenes del templo moderno, fruto del amor filial que San Josemaría tuvo desde niño por la Virgen de Torreciudad, tras haber experimentado su auxilio durante una grave enfermedad. Ese hecho marcó su vida y lo llevó, décadas después, a impulsar la construcción de un santuario moderno junto a la antigua ermita medieval, con la intención de renovar la devoción mariana y promover el sacramento de la reconciliación.
“El templo no es solo un conjunto arquitectónico sublime de ladrillo y piedra integrado en el paisaje del Alto Aragón”, subrayó el obispo, “sino una obra con alma, levantada gracias a la generosidad de muchos fieles y al empeño de la Prelatura del Opus Dei”.
Durante estos 50 años, Torreciudad se ha convertido en un auténtico faro espiritual: “Aquí se escuchan confidencias, se renuevan promesas matrimoniales, se derraman lágrimas de conversión, se experimenta la misericordia divina”, destacó el obispo. Alabó además el testimonio de fe sencillo y profundo que se vive en el santuario, donde se encarna la espiritualidad de santificar la vida ordinaria que predicaba el fundador del Opus Dei.
También tuvo palabras de gratitud hacia quienes han sostenido este proyecto a lo largo de las décadas, subrayando la colaboración constante con la diócesis y el espíritu de comunión eclesial que caracteriza al Opus Dei. “Habéis sido cauce de bendición para muchos”, afirmó.
En un contexto social donde “a menudo se alzan voces para dividir o enfrentar”, el obispo llamó a seguir el ejemplo de unidad, humildad y caridad vivido por San Josemaría, quien enseñó que “la santidad es una llamada universal” y que la fuerza de la Iglesia reside en la comunión y la confianza.
La jornada concluyó con un renovado compromiso de todos los presentes para seguir haciendo de Torreciudad un “hogar espiritual abierto a todos”, donde se fortalezca la fe, la familia y la esperanza. “La Virgen de Torreciudad —concluyó el obispo— nos tiende su mano maternal para seguir caminando juntos”.
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