El reconocimiento de la comunidad LGTBI a los prelados contrasta con la oposición de buena parte de los católicos, que perciben un alejamiento de la doctrina.
La asociación CRISMHOM (Comunidad Cristiana LGTBI+ de Madrid) ha expresado públicamente su gratitud a los obispos José Cobo y José Antonio Satué por lo que interpreta como un apoyo a sus planteamientos. Sin embargo, entre muchos fieles católicos este gesto se percibe como un alejamiento de la enseñanza de la Iglesia sobre la moral y la antropología cristiana.
El Cardenal Cobo, en una carta del 23 de agosto, defendió la necesidad de una Iglesia “de puertas abiertas, acogedora y fraterna”. Aunque la formulación busca transmitir cercanía pastoral, numerosos creyentes consideran que esta orientación acaba funcionando como un aval a demandas contrarias al magisterio.
El obispo Satué, en sus primeras palabras al asumir su ministerio, afirmó que la Iglesia no debe ser fuente de sufrimiento, sino de acogida para todos. Estas declaraciones han sido interpretadas por CRISMHOM como una convalidación de sus tesis, mientras que la mayoría de los católicos recuerdan que la verdadera acogida solo puede darse en fidelidad a la doctrina recibida.
La referencia a documentos recientes como Fiducia Supplicans también genera controversia. CRISMHOM presenta esta declaración como respaldo a su visión del “amor diverso”, pero muchos fieles subrayan que dicho texto no redefine la doctrina, sino que precisa la posibilidad de bendecir personas, sin equiparar esas bendiciones al matrimonio.
La propia asociación califica a Cobo y Satué de “ostiarios” que abren las puertas de la Iglesia. Para gran parte de los católicos, en cambio, ese gesto no significa hospitalidad evangélica, sino ambigüedad doctrinal que confunde y erosiona la identidad católica.