Cuestión de belleza

Cuestión de belleza

El fin de semana pasado estuve en Roma con unos amigos y, como siempre, la Ciudad Eterna no defraudó. La historia imborrable y perpetua de sus calles, iglesias y monumentos, el ajetreo de romanos y turistas y ese acento italiano tan característico dejan una sensación de estar en un lugar único en el mundo. Aunque fue un viaje muy rápido el viernes por la noche pudimos ir a visitar la Plaza de San Pedro. Es complicado que pueda expresar el sentimiento que me produjo caminar casi a las 23:00 de la noche por una Via della Conciliazione totalmente iluminada encontrando ante mis ojos la imponente Basílica de San Pedro. Belleza en estado puro.

El catolicismo a lo largo de toda su historia se ha caracterizado siempre por apostar de forma clara por la Belleza en mayúsculas. El Bien, la Verdad y la Belleza tiene su plenitud absoluta en Dios, pero sin duda aspectos y elementos que vemos en este mundo son reflejo de su Belleza.

La naturaleza, como ha sucedido siempre, acerca a muchos de nuestros contemporáneos a Dios. Una montaña nevada, un océano que parece desafiar al infinito, un paisaje con árboles rodeados de los pájaros que con su canto amenizan la tarde o un río que cae abriéndose paso junto a rocas en los caminos son reflejo de la belleza del Creador.

Al igual que todo esto la liturgia católica bien vivida y celebrada también acerca a Dios, y es importante recordarlo. Tengo muchos conocidos que se han quedado impresionados con las liturgias que hemos vivido estos días en la Iglesia y han podido seguir en los medios de comunicación con el fallecimiento del Papa Francisco, el Cónclave o la elección del Papa León XIV. Filas inmensas de fieles despidiéndose del Sumo Pontífice, cardenales entrando en fila de manera solemne a la Capilla Sixtina mientras se incoan las letanías de los santos teniendo el juicio final de Miguel Ángel como retablo mayor o una plaza de San Pedro llena aclamando al nuevo Papa mientras éste saluda emocionado desde el balcón son imágenes que tocan el corazón… y el alma.

Vestimenta litúrgica, el latín, el canto gregoriano, las reverencias establecidas o el incienso de las celebraciones no son parte de una fiesta de carnaval. Son elementos y aspectos que en la liturgia católica acercan a Dios. “La belleza auténtica abre el corazón humano a la nostalgia, al deseo profundo de conocer, de amar, de ir hacia el Otro, hacia el más allá. Si aceptamos que la belleza nos toque íntimamente, nos hiera, nos abra los ojos, redescubrimos la alegría de la visión, de la capacidad de captar el sentido profundo de nuestra existencia, el Misterio del que formamos parte y que nos puede dar la plenitud, la felicidad…”, decía el Papa Benedicto XVI como un claro defensor de la Belleza como realidad que acerca a Dios.

En un mundo que apuesta más por la comodidad que por la belleza, por lo inmediato y efímero que por lo duradero o por el egoísmo individual frente a la belleza de la caridad defendamos la belleza de la Iglesia, de sus ritos y de sus tradiciones. Veo conveniente terminar como empecé, recordando lo que nos pasó el viernes mientras nos acercábamos por la noche a la Basílica de San Pedro. Aunque la gente hablaba en voz baja uno de los que estaba en nuestro grupo pudo oír como uno de los turistas que venía detrás de nosotros dijo a sus amigos “viendo este espectáculo no me extraña que haya gente que crea en Dios”. Bienvenida sea la Belleza.

Escribir un comentario

Enviar

Publish the Menu module to "offcanvas" position. Here you can publish other modules as well.
Learn More.