Poco después de ver esta serie, de pensar un poco en ella y de leer reseñas suyas en IMDB y en Decine21, me ha dado por hacer una lista de sus momentos woke, entre otras razones porque me parecen más numerosos de lo que pueda percibir una simple primera mirada.
Y no es que yo sea un paranoico de lo woke o que las reseñas de esas dos plataformas me parezcan incorrectas sino que, simplemente, me parece un buen ejemplo de cómo Hollywood sigue tan infectado de este virus que parece incapaz de pensar de otra manera, de concebir películas o series bajo otros parámetros. Por otro lado, tampoco quiero quitar a la serie méritos artísticos y, de hecho, entiendo tanto el 7,6 de IMDB como con el 7 exacto de Decine 21. De todos modos, mi nota se acercaría más al 6,5, sostenido sobre todo por la actuación de Maggie Q y el inesperado giro final, pero también rebajado por ese lastre woke, a menudo forzado e insoportable. He preparado una lista que puede parecer un poco extensa a los neófitos (y a las neófitas, claro) pero que prefiero dejar así para mostrar la gravedad de la infección. Aviso también que alguno de los momentos que listo tiene algo de spoiler, lo cual se anuncia oportunamente.
Así, la composición del equipo de Ballard es de lo más multicultural posible, con una mujer asiática como líder, una compañera y coprotagonista negra, un gay, una hispana, y también una católica (simpática y rellenita) y un varón (blanco) un poco despistado, etc. Por supuesto no tengo nada en contra de estos personajes ni de lo que representan ni mucho menos de la libertad artística de productores y guionistas para presentar la historia como ellos quieran. Pero sí queda claro, y ésta me parece una objeción seria, que este grupito, por otra parte relativamente verosímil en Los Ángeles, al estar compuesto por policías degradados o novatos, o por detectives voluntarios, parece más bien representar a todos los marginados por el malvado “heteropatriacado” policial. Por ello el éxito final del grupo puede interpretarse también como una reivindicación del movimiento Defund the Police, es decir, de esa actitud woke que entiende la Policía tradicional como un sistema muy pero que muy opresivo.
Además, muchas de las facetas secundarias de esos personajes sólo están ahí de relleno, por la mera cuota, pues realmente no tienen ninguna función narrativa. Esto es especialmente claro en el catolicismo de la “rellenita” o en la homosexualidad del ayudante de la jefa, el siempre brillante John Carroll Lynch. De la misma manera, se omite la presencia en el equipo de un machote fuerte y astuto, del tipo Gerard Butler porque éste haría demasiada sombra a Ballard.
Por otro lado, la serie está salpicada de demasiadas escenas o momentos de sorority, es decir de esas escenas en que, Ballard y alguna de las heroínas secundarias (Samira, Martina) se consuelan contándose mutuamente sus penas y alegrías como diciendo “nos bastamos nosotras solas y al heteropatriarcado que le den…” Lo mismo parece implicar el momento en que al describir a un grupo de policías corruptos, los guionistas de encargan de justificar a la única fémina del grupo pero se olvidan de hacer lo mismo con los varones…
Y por supuesto, los dos malos-malos (ambos varones) son (spoiler serio) padres de familia normal. Además, en el caso del segundo, esa maldad se intensifica cuando (spoiler menor) vemos que lleva a sus hijos a una charter school, que es uno de los grandes cocos o de los sindicatos estadounidenses de profesores.
Por su lado la heroína no acaba de establecer una relación amorosa sólida, algo que no queda claro si es por culpa suya o por la de su amigo, pero que, en cualquier caso, parece estar subordinado a la imposibilidad de que una mujer así sea capaz de vivir en una relación de igualdad con un alguien tan humano como ella. Para redondear la perfección de Ballard, en otras escenas los guionistas le hacen llevar una camiseta de la “Animal Rescue Mission” o saber más que cualquier policía más experto y veterano que ella. La suma de todas las perfecciones posibles, vamos.
Pero el clímax woke y lo que hace que colapsen todos los méritos de la serie, ocurre cuando Ballard descifra que el motivo de los asesinatos (spoiler muy serio) son los celos del asesino hacia las mujeres competentes y capaces de hacer sombra a sus colegas varones (sic). La verdad es que éste es sin duda alguna el momento más decepcionante de la historia y el que produjo los cortocircuitos más serios en mi cabeza. Haber montado, en algunos momentos realmente bien, un tinglado tan complicado para llegar a esto, a una justificación tan simplona, inverosímil y pedestre, realmente no puede caber más que en la cabeza de unos guionistas infinitamente miopes y obtusos que no saben aprovechar nada bien sus talentos. Aunque, visto por otro lado, sirven ejemplares perfectos de la estrechez de miras de una cosmovisión que (perdón por el chiste fácil) rima perfectamente con Eurovisión.
En fin, una serie que puede servir para pasar el rato, pero para poco más, sobre todo si el espectador (y la espectadora, claro) buscan aires nuevos y horizontes amplios. Lo único que me consuela es que, al contrario que en otras series, esta vez no han querido colar (o no lo he visto) ni la bandera arcoiris ni la trans, maniobras que ilustraré en alguna próxima entrada.
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