Voluntarios versus políticos
Voluntarios versus políticos

Reproduzco a continuación un diálogo que mantuve con varios voluntarios de ONGs a finales de agosto. Aunque no es una reproducción literal sino una variación un poco teatralizada, también es cierto que la mayor parte de la conversación tiene una base real y verificable. He realizado unos cambios mínimos para que la conversación gane un poco en intensidad y en fuerza reivindicativa a favor de esos/as misioneros, sacerdotes y voluntarios que nunca salen en las noticias y que trabajan sin hacer ruido y casi sin descanso.  La conversación, resumida, fue más o menos así:

 ̶ Hola Lucía, ¿cómo fue tu viaje a Tanzania?

̶ Muy bien,  durillo pero regreso muy contenta. Las Hermanas del Espíritu Santo nos trataron muy bien y conseguimos solucionar sin mayores complicaciones todos los pequeños problemas burocráticos que surgieron, sobre todo los engorrosos papeleos en la aduana, que es donde más notas la corrupción que hay en muchos de estos países. Estoy realmente muy sorprendida con el alcance del trabajo que hacen estas monjas con los niños huérfanos y abandonados de allí y lo que las quiere la gente. Es un país muy pobre, y ahora están pasando una fuerte sequía que hace que los animales de la sabana se acerquen a los poblados. Por ejemplo, en nuestras tiendas, de noche, se metían bastantes ratas y aunque estábamos protegidos por mosquiteras y algunas tablas, no podíamos evitar que entrasen y pasaran por encima de nuestras colchas y apenas pudiéramos dormir. Y así durante un par de semanas, casi todas las noches. Pero al final todos muy contentos.

̶ Bueno, una pregunta. ¿Viste alguna representación del PSOE, del PP o del PNV por aquellos lares, ayudando a estos huérfanos?

̶ No la verdad es que no. Quizá lo hagan en otros países, no sé. Oye, y a vosotros ¿cómo os fue? Tú, Miguel, estuviste en Gambia, ¿no?

̶  Sí, en Gambia -dijo Miguel-, un país pequeño y curioso, como incrustado en Senegal, ayudando con otros amigos al obispo de la diócesis, que quiere construir una escuela en un barrio marginal de la capital. Es también un país muy pobre, como casi toda África, pero también con gente muy alegre, a pesar de que sobreviven como pueden. Nosotros, por ejemplo, sólo teníamos electricidad una hora al día y teníamos que dormir en el suelo después de haber apartado alguna araña de tamaño bastante respetable. Además, sólo hacíamos una o dos comidas al día, que casi siempre era lo mismo, arroz con un poco de pollo, y teníamos que hervir el agua, claro.  A pesar de todo, uno de los del grupo cayó enfermo y tuvimos que llevarlo al hospital. Y no, tampoco vimos ningún político español, ni de Podemos, ni de Vox, ni de Sumar, ni de Esquerra.

̶ Pues a nosotros, concluyó Adela, también nos fue bastante bien. Botswana es famosa por los safaris para los ricos pero es tan pobre como el resto de África. Nuestro grupo estuvo trabajando con los Misioneros de la Orden del Sagrado Corazón, los del padre Damián, el de los leprosos de Hawai. Ahora siguen dedicándose a los pobres con enfermedades contagiosas o propias del Trópico. Algunos llevan allí toda su vida. Estábamos también en un lugar apartado, y dependíamos del único jeep que tenía la Orden, que iba a comprar a Gaborone, la capital, una vez a la semana, porque no tenían dinero para hacer más viajes. Lo más molesto en nuestro caso eran las lluvias y tormentas, a veces muy repentinas y que inundaban las zanjas que rodeaban todos los edificios. La verdad es que íbamos con el plan de concluir las paredes del comedor que empezamos el año pasado pero al final, por las lluvias, no pudimos avanzar nada. Bastante frustrante en este sentido, pero también contentos al final. Y no, tampoco vimos ninguna sigla por allí, ni la de la UGT, ni la de LGBTQ+, ni la de Bildu, ni la de CCOO, una pena.

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