Paul Richard Gallagher, representante de la Santa Sede, intervino en la ONU para abordar la persistente discriminación laboral y la violencia contra mujeres, subrayando la importancia de proteger sus derechos y dignidad.
Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Santa Sede, intervino en la ONU con motivo del 30º aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995. Durante su intervención, destacó que, a pesar de los avances, persisten problemas como la discriminación laboral y obstáculos en el acceso a la educación y a la sanidad. Gallagher subrayó la necesidad de que los Estados se comprometan a proteger la dignidad y los derechos de las mujeres, rechazando soluciones como el aborto.
La Santa Sede expresó su preocupación por la violencia contra mujeres y niñas, considerándola una afrenta a su dignidad. Gallagher señaló que esta violencia se manifiesta en el hogar, en conflictos y en la trata, así como en prácticas como la selección prenatal del sexo y el infanticidio femenino. Estas acciones, condenadas en la Declaración de Pekín, continúan causando la muerte de millones de niñas cada año. El secretario enfatizó que cualquier forma de violencia debe ser combatida.
La desigualdad en la asistencia sanitaria también fue abordada por Gallagher, quien indicó que, aunque las tasas de mortalidad materna han disminuido, no se han logrado avances significativos en este ámbito. Destacó la importancia de aumentar el acceso a la asistencia prenatal y a personal sanitario cualificado, rechazando el aborto como solución. Gallagher concluyó su intervención expresando su esperanza de que los esfuerzos internacionales no se enfoquen en cuestiones divisivas que no benefician necesariamente a las mujeres.