La Conferencia de Obispos Católicos de Nigeria ha denunciado la violencia y la impunidad en el país, pidiendo al gobierno que proteja a los ciudadanos y garantice justicia para las víctimas de ataques y secuestros.
Los obispos católicos de Nigeria manifestaron su profunda preocupación por la “situación de seguridad deplorable” que afecta al país. En una declaración publicada el 25 de noviembre, los miembros de la Conferencia de Obispos Católicos de Nigeria (CBCN) alertaron sobre los asesinatos, secuestros y destrucción de comunidades que persisten, reclamando una respuesta urgente y decidida del gobierno para proteger la vida y los bienes de los ciudadanos. La CBCN subrayó que el clima social y religioso se agrava peligrosamente debido a ataques cometidos con impunidad.
Los prelados condenaron enérgicamente las atrocidades que han causado sufrimiento a numerosas comunidades, especialmente en las regiones norte y central del país, donde las poblaciones mayoritariamente cristianas han sido blanco recurrente de agresiones. Indicaron que, en algunos casos, se han registrado demoras o negativas por parte de las fuerzas de seguridad para intervenir, lo que sugiere una posible connivencia o falta de voluntad para actuar. La destrucción y ocupación de comunidades, junto con ataques contra personas desplazadas, han intensificado el sentimiento de abandono entre la población afectada.
En su comunicado, los obispos reclamaron al gobierno el cumplimiento estricto del deber constitucional establecido en la Carta Magna de 1999 para proteger a sus ciudadanos. Recordaron que las autoridades disponen tanto de la responsabilidad como de los medios necesarios para poner fin a la violencia, y exigieron que los responsables sean llevados ante la justicia. Asimismo, solicitaron medidas concretas para garantizar el regreso seguro de las personas secuestradas, entre ellas jóvenes en Kebbi y estudiantes en Kontagora.
Además, insistieron en la necesidad de adoptar acciones decisivas para erradicar el terror que azota al país y promovieron un diálogo constructivo orientado a un proceso efectivo de consolidación de la paz. Por último, denunciaron la discriminación contra las minorías cristianas en varios estados del norte, donde se les niega el acceso a terrenos para construir iglesias y se destruyen lugares sagrados durante ataques insurgentes.
