Recomendamos por su interés la lectura del artículo publicado por El Censor de Castilla en Revista Hesperia, que analiza críticamente un fenómeno creciente dentro del catolicismo español. Leer artículo completo
El término “nacionalseminarismo”, acuñado por el escritor Juan Manuel de Prada, sirve al autor para describir un tipo concreto de católico español caracterizado por su vida de piedad rigurosa, orgullo nacional acentuado y adhesión incondicional a las opiniones de determinados obispos o sacerdotes.
Según la reflexión publicada en Revista Hesperia, estos fieles, a menudo con formación más científica que humanística y en ocasiones conversos, convierten en doctrina incuestionable cualquier afirmación de la jerarquía eclesiástica que admiran, aunque pueda contradecir enseñanzas previas de la Iglesia. Esta actitud, advierte, extiende indebidamente la infalibilidad papal a cualquier clérigo y alimenta un clericalismo asfixiante.
El autor señala que esta mentalidad busca sacralizar lo profano, desde la música popular hasta actividades mundanas, mientras se protege corporativamente a los líderes eclesiales. Frente a ello, recuerda que obispos y sacerdotes son personas con limitaciones, y que existe un deber moral de señalar sus errores por el bien de la Iglesia y la salvación de las almas.
Otro de los rasgos destacados del “nacionalseminarismo” es el desprecio a la razón y a la libertad del cristiano, generando fieles dependientes de instrucciones constantes y anulando su capacidad de discernimiento. Esto, subraya, no es la vida de un cristiano libre, sino la de un autómata.
En el plano sociopolítico, el texto critica que la Iglesia española mantenga vínculos estrechos con el Régimen del 78, beneficiándose de acuerdos y subvenciones, lo que, en opinión del autor, favorece un clero aburguesado. Denuncia que la jerarquía ha perdido el sentido histórico de España, tolerando el separatismo y acomodándose al liberalismo político.
Asimismo, acusa a la Conferencia Episcopal de callar ante asuntos incómodos para el poder y de impulsar programas alineados con posturas políticas como la inmigración masiva, mientras evita pronunciarse con firmeza contra leyes contrarias a la moral católica.
El artículo concluye con una advertencia: la jerarquía parece indiferente al futuro de España, nación históricamente vinculada al catolicismo. Ante este panorama, plantea a los fieles una elección: ser católicos comprometidos y críticos en defensa de la fe y de la unidad nacional, o convertirse en “nacionalseminaristas” y contribuir, por inacción, a la decadencia espiritual y política del país.