Dom Alcuin Reid analiza el perfil litúrgico del Papa León XIV, destacando los desafíos y posibilidades de su pontificado respecto al culto divino en el contexto actual de tensiones eclesiales.
En su artículo, Reid examina la elección del Papa León XIV, quien apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro ataviado con el traje tradicional papal. Esta imagen suscitó múltiples interpretaciones sobre un posible giro litúrgico. Sin embargo, el autor aclara que el Papa simplemente se atuvo al ceremonial prescrito, ejecutando con serenidad una liturgia que considera esencial para el ejercicio de su misión como Sumo Pontífice.
Reid lamenta la politización con que algunos sectores abordan cada gesto del Pontífice, desfigurando la actitud católica de confianza y fidelidad. Lo determinante, señala, no es el estilo personal del Papa, sino su enseñanza y gobierno, especialmente en lo relativo a la Sagrada Liturgia, que el Concilio Vaticano II definió como «una acción sagrada que supera todas las demás».
En este momento histórico, marcado por las llamadas «liturgy-wars» y por estrategias ideológicas dentro de la jerarquía, el modo en que el Papa celebra y gobierna la liturgia cobra un valor decisivo. Reid considera que la experiencia litúrgica del nuevo Papa, formado como agustino y obispo misionero, le ha proporcionado una visión amplia que se refleja en su actitud reverente durante los ritos.
También subraya la intención del Papa de que Occidente recupere el «sentido de lo sagrado» que las Iglesias orientales conservan de forma palpable. Este enfoque, afirma, pone de relieve que la liturgia no es un campo ideológico, sino el culto debido a Dios, y que existe trabajo pendiente en el seno del rito romano.
Reid identifica dos ámbitos clave para el liderazgo litúrgico del Papa. El primero consiste en promover una celebración digna de la liturgia reformada conforme a las normas vigentes, revalorizando el ars celebrandi. Advierte, no obstante, del problema que representa la actual dirección del Dicasterio para el Culto Divino, cuyo prefecto, sin formación litúrgica, defiende una adaptación cultural que podría desvirtuar el espíritu del Concilio.
El segundo ámbito, más urgente aún, es la restauración de la paz litúrgica. Reid denuncia la persecución contra quienes han redescubierto los ritos antiguos, especialmente jóvenes y familias, y recuerda que la unidad eclesial no exige uniformidad ritual. Llama al Papa a corregir el error teológico que sustenta esta represión, que no es pastoral, sino ideológica, y que ha sembrado escándalo y división.
Como signo positivo, Reid menciona la autorización papal para celebrar la usus antiquior en la Basílica Vaticana durante una peregrinación anual, acto que congregó a unos cinco mil fieles. Este gesto sugiere que el Papa no pretende suprimir formas litúrgicas vivas y fecundas en la vida de la Iglesia.
Finalmente, el autor considera improbable que el Papa emprenda de inmediato una reforma de los ritos actuales, dada la oposición de quienes los administran. Aun así, destaca la importancia de rezar por el Papa para que enseñe y gobierne con sabiduría, especialmente en el ámbito litúrgico, «fuente y culmen» de la vida eclesial.
El artículo completo de Dom Alcuin Reid puede leerse en The Catholic Herald.
