La Iglesia celebra hoy la festividad de San Januario, obispo y mártir, conocido por el milagro de la liquefacción de su sangre en Nápoles, un fenómeno que se repite desde 1389.
Hoy, 19 de septiembre, la Iglesia conmemora a San Januario, obispo y mártir, venerado como el patrono de Nápoles, Italia. En esta fecha y en otras dos ocasiones anuales, se produce el fenómeno conocido como el milagro de la liquefacción de su sangre, que habitualmente se conserva en estado sólido dentro de un relicario. Este evento extraordinario, documentado desde 1389, es considerado un prodigio por la Iglesia y es objeto de gran devoción entre los fieles.
El milagro se manifiesta en la Capilla del Tesoro de la Catedral de Nápoles, donde el sangre seco de San Januario se conserva en dos ampolletas de vidrio. Durante la celebración, la masa de sangre seca, de color rojo oscuro, se transforma en sangre líquida, cubriendo completamente el vidrio. Este fenómeno ocurre tradicionalmente tres veces al año: durante la translación de sus restos a Nápoles, en su fiesta litúrgica el 19 de septiembre, y en el aniversario de su intervención para detener una erupción del Vesubio en 1631.
El proceso de liquefacción puede durar desde minutos hasta varios días, y en ocasiones no se produce. Las ampolletas, que contienen la masa sólida, son manipuladas por un sacerdote, generalmente el arzobispo de Nápoles, mientras los fieles rezan. Durante ocho días, el relicario permanece expuesto para que los devotos puedan venerarlo, y un sacerdote lo agita para demostrar que el contenido sigue líquido antes de ser guardado nuevamente bajo llave.
La falta de una explicación científica para este fenómeno ha llevado a múltiples investigaciones, ninguna de las cuales ha logrado ofrecer una respuesta satisfactoria. Cuando la liquefacción no ocurre, los napolitanos lo interpretan como un mal augurio. Históricamente, el milagro no se produjo en años significativos como 1939, 1940, 1943, 1973, 1980 y 2016, y tampoco en el año en que Nápoles eligió un alcalde comunista.
El fenómeno ha ocurrido en presencia de varios papas, siendo la última vez en 2015 durante una visita del Papa Francisco. Anteriormente, se registró el milagro en 1848 ante Pío IX, pero no ocurrió durante las visitas de Juan Pablo II y Benedicto XVI en 1979 y 2007, respectivamente.