Vogue incluye al Papa León XIV entre las figuras mejor vestidas del año

Vogue incluye al Papa León XIV entre las figuras mejor vestidas del año

La inclusión del Papa León XIV en la lista anual de las figuras mejor vestidas de la revista Vogue subraya el peso simbólico y cultural de su estilo litúrgico.

La edición estadounidense de Vogue ha incluido al Papa León XIV en su lista de las figuras mejor vestidas del año, situando al Obispo de Roma junto a celebridades, artistas y personalidades culturales de renombre mundial. Este reconocimiento destaca un lenguaje visual que combina tradición, simbolismo y una visión personal. Según la revista, León XIV representa una clara desviación estilística respecto a las preferencias austeras de su predecesor, el Papa Francisco, aunque sin romper con la tradición. De hecho, ha mantenido la histórica sastrería del Vaticano y la continuidad en la artesanía de las vestimentas litúrgicas, posicionándose como un cuidadoso intérprete de una estética heredada más que como un innovador en materia de moda.

En el centro de esta interpretación se encuentra el diseñador italiano Filippo Sorcinelli, fundador y director creativo del taller litúrgico LAVS. Sorcinelli es conocido en el entorno del Palacio Apostólico por sus colaboraciones con pontífices anteriores, incluido Benedicto XVI, así como por su trayectoria que abarca la composición e interpretación de música sacra, la creación de perfumes y su formación como organista. Su trabajo para León XIV ha llamado la atención por su riqueza deliberada, con texturas de terciopelo, bordados en hilo de oro y proporciones cuidadosamente equilibradas. Más que extravagancia, propone una dignidad ritual que resalta la profundidad simbólica de cada prenda. Vogue destacó la primera aparición pública del Papa Prevost tras su elección como imagen definitoria de su pontificado: en la logia central de la Basílica de San Pedro, León XIV lució una muceta de satén rojo y una estola color vino bordada en oro, rematada por una cruz pectoral suspendida de un cordón dorado. Esta escena fue retransmitida a millones en todo el mundo.

Aquel momento histórico y ritual evidenció una renovada confianza en el poder expresivo de la vestimenta litúrgica. Para Sorcinelli, esta forma parte de una tradición viva que se renueva sin perder sus raíces. Algunas piezas se transmiten entre papas acumulando lo que él denomina memoria compartida; otras se conciben para momentos únicos e irrepetibles. En su visión, cada pontificado deja una huella y las vestimentas registran silenciosamente decisiones espirituales y personales. Preparar la indumentaria papal implica asumir el peso secular que conlleva cada puntada dentro de esa memoria universal que vincula pasado, presente y futuro.

El propio Sorcinelli describe al Vaticano como un lugar donde “la piedra parece respirar” y donde “la liturgia da forma al tiempo”. Trabajar allí significa participar en una corriente generacional donde la belleza no es un lujo sino una responsabilidad. Su filosofía se forjó desde muy temprano tras confeccionar una casulla para un amigo el día de su ordenación sacerdotal. Esta experiencia le convenció de que las vestimentas sagradas requieren tanto maestría técnica como conciencia espiritual porque cualquier defecto resulta inmediatamente visible. Por ello, precisión, respeto por la proporción y un cuidado casi obsesivo por el detalle no son opcionales; cada tela está destinada a plasmar un acto visible de fe que integra estética con profundidad litúrgica.

La prominencia de Sorcinelli en los círculos eclesiásticos resulta aún más llamativa por su perfil personal: abiertamente gay y visiblemente tatuado, características poco habituales entre los artesanos vinculados al entorno del Vaticano. El diseñador habla con franqueza sobre su sexualidad como parte integral de su identidad y considera que ello no contradice ni disminuye el respeto hacia la tradición litúrgica ni hacia los valores espirituales que busca expresar a través del arte sacro.

Comentarios
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Braulio Salvador
4 horas hace
La inclusión del Papa León XIV en Vogue muestra que la Iglesia puede adaptarse sin perder su esencia. Un diseñador como Filippo Sorcinelli demuestra que la belleza y la espiritualidad pueden coexistir, ofreciendo una imagen renovada del papado que celebra la diversidad y el arte.
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