El Papa León XIV instó a los Superiores Religiosos a rotar en los puestos de autoridad para fomentar una gobernanza más dinámica y sinodal.
En su discurso del 7 de noviembre dirigido a los Superiores Religiosos reunidos en la 65ª Asamblea General de la Conferencia Italiana de Superiores Mayores (CISM), el Papa León XIV señaló que el «ministerio de autoridad» debe orientarse al apoyo del apostolado realizado por los religiosos, mediante «discernimiento eclesial, procesos de toma de decisiones cuidadosos, un compromiso con la responsabilidad por el propio trabajo y la evaluación de sus resultados y métodos».
El Santo Padre recibió a los miembros de la CISM en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, tras su Asamblea celebrada en Asís entre el 3 y el 6 de noviembre, cuyo tema fue «Gobernar la Esperanza: Formas y Estilos de Gobierno de las Provincias en una Iglesia Sinodal». Durante su intervención, ofreció ejemplos de «vida sinodal» dentro de la Familia Religiosa que, «a lo largo de los siglos», ha madurado prácticas de «discernimiento comunitario aprendiendo a armonizar dones individuales y la misión común». En este sentido, subrayó la importancia de promover la rotación en responsabilidades y cargos: «La importancia de fomentar una rotación fructífera de responsabilidades y tareas en las formas de gobierno, evitando formas estáticas de actividad que corren el riesgo de favorecer la rigidez y la esclerosis. Papa Francisco, en este sentido, nos ha advertido varias veces sobre el peligro de ‘aguas estancadas’».
El Papa León XIV retomó indicaciones del último Sínodo y citó a San Agustín, en sus Soliloquios: «¿Por qué quieres que tus seres queridos vivan y vivan contigo? Para que podamos investigar nuestra alma y a Dios en colaboración armoniosa. De esta manera, quien primero resuelva el problema llevará sin esfuerzo a otros al mismo resultado» (I, 12, 20). Propuso escuchar a los religiosos e intercambiar proyectos y enfoques porque así se abre «un camino de purificación destinado a hacer a los individuos y comunidades cada vez más libres en la bondad, tanto a nivel de crecimiento personal como en el ejercicio de la caridad. Y esto también favorece claramente una renovada fidelidad carismática, que requiere un despojo continuo de estructuras y lazos que no son esenciales, o incluso perjudiciales, para la plena realización hoy de la misión original inspirada por los Fundadores».
Desde la perspectiva sinodal, enfatizó además que «un patrimonio formado por estos recursos no puede considerarse algo definido y estático: es el fruto de un dinamismo de vida y fe que necesita evolucionar, crecer, desarrollarse y expresarse continuamente, tanto en la multiplicidad de contextos carismáticos como en la continua novedad de situaciones y relaciones». El Papa concluyó con tres actitudes fundamentales: discernimiento eclesial; cuidado por los procesos decisorios; compromiso con la responsabilidad propia y evaluación constante (Documento Final, 26 de octubre de 2024, 79). Así se vivirá auténticamente la caridad entre las personas consagradas que comparten todo lo bueno, mientras cada comunidad se fortalece mediante la corresponsabilidad.
