La red orionista en España sostiene hoy hogares para personas con discapacidad intelectual y gran dependencia, un centro para mayores y iniciativas educativas y sociales con presencia estable en Madrid, Asturias, Navarra y Huelva. Bajo la inspiración de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, la Fundación Luis Orione coordina el Hogar Don Orione en Pozuelo de Alarcón, el Centro Don Orione en Posada de Llanes, el Centro La Ribera en Cascante y el Centro de Mayores Madre de Dios en Almonte, desplegando un estilo de servicio donde la dignidad de cada persona, la familia y la fe orientan el día a día.
El carisma de san Luis Orione, canonizado por Juan Pablo II, arraigó en España a mediados del siglo XX. Desde entonces, religiosos, laicos y profesionales han levantado una respuesta coherente con la doctrina social de la Iglesia: atención personalizada, cuidado integral y apertura a quienes más lo necesitan. La “caridad organizada” es aquí método y misión: rigor asistencial, cercanía pastoral y eficacia en la gestión.
En Pozuelo, el Hogar Don Orione presta atención residencial y de día a adultos con discapacidad intelectual y alto nivel de dependencia. El acompañamiento incluye servicios sanitarios, apoyo psicológico, rehabilitación, ocio terapéutico y acompañamiento espiritual. La casa articula además programas de familias, voluntariado y empresas colaboradoras, favoreciendo itinerarios vitales estables y una vida compartida que respeta ritmos, afectos y libertades.
En Asturias, el Centro Don Orione acompaña desde hace décadas a niños, jóvenes y adultos con distintas necesidades de apoyo. La propuesta integra residencia, educación especial, talleres prelaborales y apoyos para la autonomía personal. La relación con las familias es constante y decisiva: escucharlas, orientarles y caminar con ellas forma parte del núcleo del proyecto. En este entorno se han tejido colaboraciones valiosas, como la de la Asociación El Patiu, que refuerza el ocio educativo y la educación del tiempo libre.
El Centro de Mayores Madre de Dios cuida a personas mayores con una propuesta residencial que combina profesionalidad y calor humano. La vida litúrgica, la cercanía a la parroquia y la devoción a la Virgen sustentan una oferta de cuidados donde cada residente es atendido en su dimensión física, emocional, relacional y espiritual.
El Centro La Ribera, en Navarra, ofrece programas formativos adaptados para adolescentes que necesitan itinerarios distintos a la vía ordinaria. Con talleres de oficios, refuerzo académico y tutorización personalizada, se ayuda a los jóvenes a reenganchar estudio y trabajo, a recuperar hábitos y a mirar el futuro con esperanza. La implicación de las familias y del profesorado es determinante para consolidar resultados.
La Fundación Luis Orione impulsa un trabajo coordinado con parroquias, entidades sociales y administraciones. El voluntariado es un pilar que aporta tiempo, presencia y amistad social; a su alrededor crece una cultura del cuidado que también involucra a donantes y a empresas solidarias. La subsidiariedad —tan propia de la doctrina social de la Iglesia— se concreta aquí en sumar esfuerzos para llegar más lejos, sin sustituir a nadie y reforzando lo que ya funciona.
El sello orionista se reconoce en la centralidad de la persona, el protagonismo de la familia, la atención integral y la dimensión espiritual del cuidado. No se trata sólo de “hacer cosas”, sino de ofrecer un hogar, una escuela y un taller donde cada uno pueda crecer, sanar heridas y desplegar sus talentos. La profesionalidad de los equipos y la formación continua garantizan estándares elevados y una mejora constante.
Nacido en Pontecurone (Italia) en 1872 y ordenado sacerdote en 1895, Luis Orione abrió oratorios y hogares para jóvenes y personas pobres en torno a Tortona, y fundó la Pequeña Obra de la Divina Providencia y la Congregación de los Hijos de la Divina Providencia, junto con la rama femenina de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad. Su caridad se hizo especialmente visible tras el terremoto de Messina y Reggio Calabria de 1908, donde socorrió y acogió a huérfanos y heridos, levantando los “Pequeños Cottolengos”. Falleció en Sanremo en 1940, fue beatificado en 1980 y canonizado en 2004. Su legado permanece vivo en España a través de obras que unen fe, razón y servicio humilde a los más frágiles.