Avances hacia la reconciliación en la Iglesia siro-malabar: nuevas normas litúrgicas en Ernakulam-Angamaly

La archidiócesis de Ernakulam-Angamaly, epicentro de una prolongada crisis litúrgica dentro de la Iglesia siro-malabar, ha dado un paso significativo hacia la reconciliación interna.
Según informa AsiaNews, el arzobispo mayor Raphael Thattil y el vicario metropolitano Joseph Pamplany han aprobado nuevas disposiciones que flexibilizan la forma de celebrar la misa, en un intento de poner fin a décadas de disputas.
Una crisis de identidad litúrgica
La Iglesia siro-malabar, una de las Iglesias orientales en comunión con Roma, tiene sus raíces en el rito siriaco oriental. Aunque sus orígenes se remontan al siglo I, fue en 1599 cuando se integró formalmente en la iglesia católica. Desde entonces, su liturgia ha sido objeto de numerosas tensiones, sobre todo por la latinización impuesta por los colonizadores portugueses y por los intentos posteriores de restaurar su identidad oriental.
Durante el siglo XX, estas tensiones cristalizaron en dos posturas irreconciliables: por un lado, quienes defendían una liturgia más fiel al rito siríaco; por otro, los partidarios de una inculturación adaptada al contexto indio, influida también por las reformas del Concilio Vaticano II.
Del conflicto a la conciliación
En 1999, el Sínodo siro-malabar estableció un rito litúrgico unificado: el sacerdote celebraría de cara al pueblo hasta el ofertorio, y luego se volvería hacia el altar durante la plegaria eucarística. Sin embargo, esta norma encontró una fuerte oposición, especialmente en Ernakulam-Angamaly, donde muchos sacerdotes y fieles defendían el modelo introducido tras el Vaticano II, con toda la celebración orientada hacia el pueblo.
La decisión del Sínodo de reafirmar este rito en 2021 reavivó el conflicto, que incluyó episodios de tensión e incluso violencia. Durante años, los intentos de aplicar el nuevo rito chocaron con la resistencia de una parte importante del clero local.
Una solución de compromiso
La reciente reunión entre las máximas autoridades eclesiales de la arquidiócesis ha dado lugar a un acuerdo conciliador. A partir de ahora, bastará con celebrar al menos una misa dominical conforme al rito unificado. El resto de las celebraciones podrá seguir el rito anterior, que había sido prohibido, provocando con ello gran parte de la división.
La nueva normativa se aplicará en todas las iglesias los domingos y festivos, en horarios establecidos entre las 5:30 y las 10:00, o entre las 15:30 y las 18:00. También se extenderá a las parroquias que ya celebraban según las directrices del Sínodo.
Además, los 24 nuevos sacerdotes no estarán obligados a renunciar expresamente al rito posconciliar orientado hacia el pueblo, como se exigía anteriormente. Esta flexibilización busca restablecer la paz sin imponer condiciones unilaterales.
Medidas institucionales y perspectivas
Como parte del acuerdo, se eliminará la curia arquidiocesana y se anularán las sanciones contra sacerdotes disidentes. Los administradores de decanías nombrados durante el conflicto serán reemplazados, y las parroquias con litigios judiciales pendientes solo adoptarán el nuevo rito una vez se resuelvan dichos casos. Una circular oficial establecerá los términos del acuerdo.
El padre Joyce Kaithakottil ha valorado positivamente el avance: "Es un paso hacia la paz. Puede que no se implemente al 100% de inmediato, pero el espíritu es de reconciliación. No queremos perder el valioso legado de la liturgia orientada al pueblo".
Un legado, cabe recordar, que no se remonta a los primeros siglos de la Iglesia, sino que surgió a raíz del Concilio Vaticano II. La paradoja es que una reforma pensada para unir y modernizar ha derivado en una dolorosa división interna. Hoy, sin embargo, la esperanza de unidad vuelve a asomar en la Iglesia siro-malabar.
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