Hallan bajo el Santo Sepulcro el jardín descrito en el Evangelio de Juan

Unas excavaciones bajo la actual basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén han sacado a la luz restos de un antiguo jardín y una zona agrícola que coinciden con la descripción del lugar de la crucifixión y sepultura de Jesús en el cuarto Evangelio.

Unas recientes excavaciones arqueológicas indican que hace 2.000 años crecían olivos y viñas en el terreno hoy ocupado por la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, según estudios de polen y restos vegetales hallados en estratos situados bajo el suelo de la basílica actual. Las investigaciones de la profesora Francesca Romana Stasolla, de la Universidad Sapienza de Roma, muestran que esta zona no formaba parte de la ciudad en tiempos de Jesús. Fue bajo el reinado de Adriano cuando los romanos la integraron en Aelia Capitolina, una ciudad construida sobre las ruinas de Jerusalén en el siglo II.

La tradición cristiana sitúa la crucifixión y la sepultura de Jesús en el lugar del Gólgota, un espacio protegido por un edificio levantado en 1810 dentro de la iglesia. Las excavaciones, iniciadas en 2022 con vistas a la renovación del suelo de este edificio, fueron aprobadas en 2019 por las tres comunidades religiosas que lo administran. El capítulo 19 del Evangelio de Juan contiene detalles ausentes en los otros Evangelios: “En el lugar donde había sido crucificado había un jardín, y en el jardín un sepulcro nuevo en el que todavía no había sido depositado nadie” (Juan 19,41). La descripción de Juan concuerda con los hallazgos realizados. Los análisis arqueobotánicos efectuados por los científicos sobre las distintas capas del suelo indican la presencia de una zona agrícola que se remonta a la época de Herodes, antes de que la ciudad fuera fortificada. Se trataba verosímilmente de tierras de cultivo situadas extramuros.

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Los descubrimientos muestran, por debajo, un pequeño muro que contiene tierra utilizada para los cultivos, tal como describe el Evangelio según Juan. Nuevos estudios rehabilitan la historicidad del cuarto Evangelio, como el último libro de Craig Blomberg, que subraya la necesidad de investigaciones sobre el Jesús histórico a partir del Evangelio de Juan, una fuente a menudo descuidada. Del mismo modo, el investigador BD Ehrman, de la Universidad de Carolina del Norte, afirma que “algunas fuentes anteriores al Evangelio de Juan se remontan a los primeros años del movimiento cristiano, a sus comienzos, unas décadas antes de la redacción del Evangelio de Marcos”. La basílica constantiniana fue construida en el siglo IV. Los análisis sugieren que los restos vegetales datan de una época precristiana, aunque todavía no se han realizado pruebas de datación por radiocarbono.

Esta restauración constituye la intervención más importante desde el incendio que afectó a la basílica en 1808. La iglesia del Santo Sepulcro cuenta con un suelo provisional para facilitar el paso: el equipo dirigido por Francesca Romana Stasolla ha dividido el espacio en secciones diferenciadas y mantiene el lugar abierto al público. Las capas ocultas bajo la basílica ofrecen una visión detallada del aspecto que tenía la región de Jerusalén desde la Edad del Hierro. Las excavaciones revelan que el edificio se asienta sobre una antigua cantera, lo que coincide con el subsuelo de gran parte de la ciudad vieja. Antes de la construcción de la iglesia y tras el abandono de la cantera, una parte del terreno se destinó al cultivo.

En tiempos de Jesús, la antigua cantera albergaba tumbas excavadas en la roca a distintos niveles. Con el declive de su actividad, aumentó el número de sepulturas. Constantino eligió una de estas tumbas, vinculada históricamente a la muerte de Jesús, la aisló y mandó excavar a su alrededor: es la zona que corresponde hoy a la rotonda central.