El obispo de Augsburgo en la Asunción: “El sí a la vida no admite concesiones”
El obispo de Augsburgo en la Asunción: “El sí a la vida no admite concesiones”

El obispo de Augsburgo, Dr. Bertram Meier, presidió este viernes la multitudinaria celebración de la Solemnidad de la Asunción de María en el santuario de Maria Vesperbild.

En su homilía, el prelado puso el acento en la defensa de la dignidad de toda persona, reclamando un compromiso claro y sin concesiones en favor de la vida. “María vive, con ella también yo”, proclamó.

María cercana en lo cotidiano

Meier recordó que la Virgen no debe ser vista solo como la Reina gloriosa en el cielo, sino también como madre en las tareas de cada día: cambiando pañales, huyendo a Egipto o permaneciendo al pie de la cruz. “El sí de María se manifestó en lo ordinario, en la fidelidad diaria y también en el sufrimiento extremo”, señaló.

El obispo evocó a María como la Arca de la Alianza, signo de la presencia de Dios. “Lo que toca Jesús no queda en el sepulcro. María, asunta al cielo, nos muestra que Dios no nos abandona, sino que nos eleva hacia Él”, explicó. En ella, dijo, se revela la imagen plena del ser humano querido por Dios.

Defensa de la vida del no nacido

En la parte más enfática de su homilía, Meier proclamó que la defensa de la dignidad humana es absoluta y no negociable. “Digamos nuestro sí al ser humano desde la concepción hasta la muerte natural. Este sí no admite compromisos”, afirmó.El obispo insistió en que ese sí abarca a todos: “al no nacido, al débil, al enfermo, al discapacitado, al equivocado y cargado de culpas, al moribundo. Ninguno queda fuera del amor de Dios”.

Pidió además que la Iglesia no se calle frente a la relativización de la dignidad humana: “Necesitamos voces en los grandes debates, pero también corazones marianos en lo pequeño, que escuchen y practiquen la caridad cercana”. Rechazó, asimismo, toda actitud de superioridad moral: “Altos ideales éticos no significan elevarnos sobre los demás. Ninguno de nosotros actúa solo y perfectamente justo. Hemos de sostenernos mutuamente, especialmente a los jóvenes, y no condenar a quienes se desvían del camino”.

El obispo alemán exhortó también a acompañar a quienes “no pueden seguir el ritmo y la técnica de esta época”, recordando que la misión cristiana es tejer relaciones que devuelvan a muchos a la vida.

Meier concluyó mirando al futuro de fe: “Lo que con María ha sucedido, también nos espera a nosotros: la vida eterna en Dios. Desde su Asunción podemos proclamar con certeza: María vive, con ella también yo”

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