Un informe confidencial del Vaticano debilita la justificación del motu proprio Traditionis Custodes

Un informe confidencial del Vaticano debilita la justificación del motu proprio Traditionis Custodes

La veterana periodista especializada en asuntos vaticanos Diane Montagna ha tenido acceso exclusivo a un documento oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que cuestiona los fundamentos sobre los que se apoyó Traditionis Custodes, el motu proprio con el que el Papa Francisco restringió la Misa tradicional en latín en julio de 2021.

El informe, hasta ahora inédito, expone que la mayoría de los obispos consultados no sólo no pedían una intervención restrictiva, sino que expresaban su satisfacción con la situación litúrgica derivada de Summorum Pontificum, el decreto de 2007 de Benedicto XVI que liberalizó el uso de la llamada forma extraordinaria del rito romano.

El texto muestra que en muchas diócesis la aplicación del motu proprio de Benedicto XVI había traído paz litúrgica y unidad eclesial. Allí donde los obispos trabajaron en comunión con los sacerdotes y respondieron con generosidad pastoral, las tensiones desaparecieron y la vida sacramental floreció. En contraste, las divisiones o conflictos procedían, según el informe, de una parte minoritaria del episcopado que veía en la Misa tradicional un elemento perturbador o incluso “peligroso”, mostrando actitudes marcadas por prejuicios o desconocimiento.

El informe valora positivamente la competencia de la extinta Comisión Ecclesia Dei —entonces integrada en la Cuarta Sección de la CDF— al destacar su papel clave en acompañar a comunidades y obispos, evitar tensiones y ofrecer una mediación eficaz entre la Santa Sede y los fieles vinculados al vetus ordo. Esta labor era considerada por muchos obispos como indispensable, pues ayudaba a evitar abusos de poder y respuestas arbitrarias a nivel diocesano.

La Misa tradicional y los jóvenes

Otro punto destacado por la evaluación es la constatación, casi unánime entre las respuestas episcopales, de que la Misa tradicional atrae especialmente a los jóvenes. Estos grupos, formados por conversos recientes o fieles que regresan tras años alejados de los sacramentos, encuentran en esta forma litúrgica una vía de redescubrimiento de lo sagrado. Lo que les cautiva no es solo la lengua o el rito, sino la profundidad del silencio, la belleza del canto litúrgico, la fidelidad doctrinal de la predicación y la coherencia estética de la celebración. En una época marcada por el ruido y la dispersión, estos signos son leídos como una respuesta espiritual auténtica.

Asimismo, el informe destaca el notable crecimiento de vocaciones sacerdotales y religiosas dentro de las comunidades que surgieron o crecieron a raíz de Summorum Pontificum. Institutos vinculados a la liturgia tradicional han experimentado un florecimiento vocacional que, según señala el documento, genera preocupación en algunos obispos, al ver cómo muchos jóvenes optan por esos caminos en lugar de los seminarios diocesanos.

En este contexto, Doctrina de la Fe recoge la propuesta de numerosos obispos que sugieren incluir en los seminarios una formación más integral sobre ambas formas del rito romano. Este enfoque, argumentan, no solo favorecería la unidad litúrgica, sino que permitiría formar sacerdotes más preparados para comprender la riqueza de la tradición y responder pastoralmente a las necesidades reales de los fieles.

De manera reveladora, el informe también recoge el testimonio de algunos obispos que piden simplemente “dejar al pueblo elegir”. Esa expresión —cita textual de un obispo filipino— resume el espíritu de fondo que atraviesa el documento: la necesidad de una Iglesia que acoja, escuche y no excluya a quienes se sienten vinculados a formas litúrgicas que han nutrido la fe durante siglos. En ese sentido, el texto concluye con las palabras de Benedicto XVI a los obispos en 2008: “Todos tienen un lugar en la Iglesia. Toda persona, sin excepción, debe sentirse en casa y nunca rechazada”.

La extraña interpertación que hizo Francisco

El contraste entre esta evaluación oficial y la narrativa ofrecida por el papa Francisco en la carta que acompañó Traditionis Custodes es llamativo. Mientras el pontífice hablaba de una situación preocupante que le obligaba a intervenir, el informe revela que en muchas diócesis se vivía un equilibrio pacífico, con frutos espirituales evidentes, y que un cambio legislativo generaría desconfianza, tensiones litúrgicas y el riesgo de fracturas dentro de la comunión eclesial.

Montagna revela también que el papa tuvo acceso directo al documento, e incluso habría reclamado personalmente una copia de trabajo al entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal español jesuita Luis Ladaria. Aun así, el contenido nunca fue publicado, y sus conclusiones —que ahora salen a la luz— fueron obviadas en la argumentación oficial del nuevo motu proprio.

En los últimos meses, el Dicasterio para el Culto Divino, dirigido por el cardenal Arthur Roche, ha intensificado las restricciones. Un ejemplo reciente es el de la archidiócesis de Detroit, donde se ha ordenado la supresión de la Misa tradicional en parroquias a partir de hoy, 1 de julio. Sin embargo, el informe original incluye una respuesta del anterior arzobispo de esa misma diócesis, Allen Vigneron, en la que defendía la vigencia y el éxito pastoral de Summorum Pontificum, afirmando que había logrado pacificar una situación antes conflictiva y que la forma extraordinaria no representa una amenaza, sino un complemento enriquecedor dentro de la Iglesia.

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