La diócesis de Limburgo, bajo el liderazgo del obispo Georg Bätzing, ha vuelto a marcar distancia con la doctrina católica tradicional al recomendar la implementación oficial del folleto “Las bendiciones fortalecen el amor”.
El documento, aprobado en abril por la conferencia episcopal Alemana (DBK) y el Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK), contempla ceremonias de bendición para parejas que no pueden o no desean contraer matrimonio por la Iglesia, incluyendo uniones homosexuales, divorciados vueltos a casar y parejas fuera del marco sacramental. Una consecuencia más de la declaración Fiducia supplicans del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Aunque el texto se presenta como fruto del “Camino Sinodal” y supuestamente en línea con la Fiducia supplicans del Vaticano, lo cierto es que va mucho más allá de lo que Roma ha permitido. El obispo Bätzing, lejos de asumir su responsabilidad como garante de la fidelidad doctrinal, anima a los párrocos a utilizar este material sin ofrecer ninguna normativa clara ni restricciones teológicas. Una recomendación que, aunque no vinculante, abre la puerta a prácticas litúrgicas que contradicen la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y los sacramentos.
La falta de directrices adicionales es alarmante. Mientras que otras diócesis, como la de Osnabrück, al menos han previsto mecanismos de control estadístico, en Limburgo reina la ambigüedad. Todo queda a la libre interpretación de cada comunidad parroquial. La doctrina queda subordinada a la sensibilidad local y al sentir del momento.
Con esta medida, Bätzing continúa afianzando su perfil como referente del sector más heterodoxo del episcopado alemán. Bajo el pretexto de la pastoral y la inclusión, promueve una visión de Iglesia que relativiza principios fundamentales y difumina la distinción entre bendición y sacramento. La confusión entre misericordia y validación doctrinal amenaza con erosionar aún más la unidad eclesial y el magisterio universal.
¿Hasta qué punto puede un obispo alentar prácticas contrarias al Catecismo sin consecuencias? ¿Es esta la “Iglesia sinodal” que prometieron? Más que una pastoral audaz, lo de Bätzing se asemeja a una ruptura encubierta. Y como suele ocurrir con estas estrategias ambiguas, el precio lo pagarán los fieles: desconcierto, división y pérdida de confianza en el testimonio de la Iglesia.
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