La comercialización del juego de cartas Fachorama por parte de la FNAC plantea interrogantes sobre una posible incitación a la discriminación religiosa contra el catolicismo.
El juego de cartas Fachorama, creado por el colectivo militante La Horde y editado por Libertalia, se presenta como una sátira que incluye la figura de un sacerdote católico en sotana junto a ciertas figuras políticas, mientras ridiculiza la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto. En vísperas de la Navidad, una época en la que los símbolos cristianos cobran especial relevancia, la difusión de este producto por parte de FNAC genera una inquietante pregunta: ¿se está convirtiendo la tienda en cómplice de una incitación al odio religioso que apunta directamente a la fe católica y sus sacerdotes?
Aunque Fachorama se presenta como un simple entretenimiento, adopta un tono mucho más agresivo y cargado de ideología. Una de sus cartas muestra una caricatura de un sacerdote de la Iglesia Católica, representado en sotana, con una cruz en la mano, el rostro deformado y despojado de toda dimensión espiritual. Esta representación no es un simple chiste inocente: la sotana es ridiculizada, la cruz es despojada de su significado sagrado y el ministro del culto aparece como una figura inquietante, completamente ajena a su misión. Esta puesta en escena se agrava al situar al sacerdote junto a ciertas figuras políticas, sugiriendo que la vocación sacerdotal es un compromiso partidista. Esto confunde deliberadamente los referentes, instaura ideas erróneas sobre el catolicismo y fomenta una sospecha injusta hacia los creyentes, asimilándolos a lógicas ideológicas que no les conciernen.
El juego da un paso más al ridiculizar la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto. Esta doctrina no es un eslogan militante, sino un punto fundamental de la moral católica. El Catéchisme de l’Église catholique lo expresa de manera clara y sin ambigüedades: "La vida humana debe ser respetada y protegida absolutamente desde la concepción. Desde su concepción, al ser humano se le deben reconocer los derechos de la persona, entre los cuales el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida." (CEC 2270) También precisa: "El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral." (CEC 2271)
Al ridiculizar una enseñanza tan explícita, el juego no apunta a opiniones, sino directamente a la fe católica y a todos sus fieles. Tal caricatura va más allá de la sátira: constituye una forma directa de discriminación religiosa.
Fachorama pretende analizar comportamientos sociales, pero al integrar símbolos sagrados en un marco político, desnaturaliza profundamente su significado. La sotana no es un uniforme ideológico, la cruz no es un emblema militante y la moral cristiana no es un programa electoral. Sin embargo, el juego los asocia a un entorno que nada tiene que ver con la fe, fomentando una percepción distorsionada, hostil y degradante del catolicismo.
La sátira deja de ser legítima cuando desvirtúa los símbolos de un grupo religioso identificable para desacreditarlos. Cuando un producto transforma a un sacerdote en una caricatura sospechosa y ridiculiza una doctrina fundamental de la Iglesia, ya no entretiene: alimenta el desprecio y banaliza la hostilidad hacia una religión. Esto se convierte en un gesto socialmente pesado y moralmente problemático. En este contexto, la difusión de Fachorama por parte de la FNAC plantea una cuestión importante. Al comercializar un juego que deforma la imagen de los sacerdotes y se burla de una enseñanza moral central, la tienda contribuye, voluntaria o involuntariamente, a la propagación de un discurso agresivo e ideológico contra el catolicismo. Nada la obliga a hacerlo; al hacerlo, acepta su alcance y consecuencias.
El caso Shein lo ha demostrado: acusaciones de condiciones de trabajo indignas, total opacidad sobre la producción, controversias ambientales, todos estos elementos han llevado a llamados al boicot ampliamente difundidos. Este precedente muestra que el público puede movilizarse cuando una marca cruza ciertos límites, ya sean sociales, económicos o éticos.
