Durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV destacó que la misión de la Iglesia es comunicar la alegría del amor divino y ser instrumentos de reconciliación en el mundo.
En la catequesis de la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV centró su reflexión en la Pascua de Cristo, destacando cómo Dios no ha renunciado a nosotros, incluso ante nuestras limitaciones. El Pontífice subrayó que el centro de la misión de la Iglesia no es administrar poder, sino comunicar la alegría de ser amados cuando no lo merecíamos. En su meditación, el Papa se detuvo en la visita del Resucitado a sus discípulos, quienes estaban paralizados por el miedo, y les ofreció un don inesperado: la paz.
El Papa León XIV explicó que Cristo mostró sus heridas a los discípulos como un gesto de reconciliación, sin rencor ni necesidad de afirmar superioridad. Este acto, según el Pontífice, confirma un amor más fuerte que cualquier infidelidad, demostrando que Dios no ha renunciado a nosotros. El Santo Padre destacó que las heridas de Jesús no sirven para reprender, sino para confirmar el perdón y la paz que ofrece a sus amigos.
El Santo Padre también reflexionó sobre cómo, al igual que los discípulos, a menudo ocultamos nuestras heridas por orgullo o temor. Sin embargo, Jesús ofrece sus llagas como garantía de perdón, mostrando que la resurrección no cancela el pasado, sino que lo transforma en esperanza de misericordia. El Papa León XIV reiteró que el centro de nuestra fe y esperanza está en la resurrección de Cristo, un testimonio de cómo el amor se levanta tras la derrota.
Por último, el Papa León XIV recordó que Cristo confió a los discípulos la tarea de ser instrumentos de reconciliación en el mundo. Jesús les dijo: "La paz sea con ustedes", enviándolos a anunciar el rostro misericordioso del Padre. El Pontífice enfatizó que esta misión también se confía a la Iglesia y a todos los fieles, animándolos a no temer mostrar sus heridas sanadas por la misericordia y a ser testigos de un amor más fuerte que toda derrota.