En su homilía pronunciada ayer, el obispo de San Sebastián, Fernando Prado Ayuso, instó a la comunidad a no olvidar a quienes han llegado a la ciudad buscando una vida mejor, recordando que para ellos la realidad es “una carrera de obstáculos” y no un tiempo de fiestas.
Prado subrayó que el drama de los refugiados y migrantes es un problema internacional que supera las capacidades locales y autonómicas, y señaló que, junto a quienes huyen de la guerra, también llegan personas que escapan del hambre y la pobreza.
El prelado lamentó que la inmigración sea objeto de polémicas mediáticas y políticas, y apuntó que detrás de ello puede haber “frustración ante la dificultad para acoger e integrar bien” a estas personas. Recordó que, para los creyentes, no se trata de números sino de personas con historias y sueños propios, “hijos de nuestro mismo Padre”, con independencia de cómo nombren o no a Dios.
Defendió que el compromiso cristiano implica tratar a los migrantes como hermanos, con afecto y ternura, y que proteger su dignidad y derechos “no es hacer política, sino vivir el Evangelio”. Citó las palabras de San Pablo sobre la caridad y remarcó que “no hay Evangelio ni catolicismo de verdad que no pase por el amor al prójimo”.
Sobre la integración, reconoció su complejidad, pero pidió trabajar por una acogida adecuada y por ayudar en los proyectos de vida de quienes llegan, evitando “echar gasolina a los fuegos” de ciertos discursos y promoviendo la paz, lo cual sonó como un reproche al arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz quien esta semana tuvo la valentía de romper el consenso de lo políticamente correcto que impera en la Conferencia Episcopal Española.
Citó al Papa Francisco para recordar que “los bienes de un territorio no pueden ser negados a una persona necesitada que provenga de otro lugar” y advirtió de que la exclusión “nos deshumaniza”.
Dirigiéndose a los responsables políticos presentes, les instó a no buscar réditos partidistas con la situación de los migrantes y pobres, afirmando que “Dios no aceptaría” esa instrumentalización. Pidió paciencia, creatividad y recursos para afrontar estos desafíos, evitando soluciones simplistas, y reclamó a los gobiernos nacionales e internacionales que asuman su responsabilidad mientras las comunidades locales cumplen la suya.